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Las Reformas borbónicas en la Nueva Españafueron una serie de cambios administrativos aplicados por los miembros de la monarquía absoluta borbónica, españoles de la casa de Borbón a partir del siglo XVII en el Virreinato de Nueva España. Estas buscaban remodelar tanto la situación interna de la Península como sus relaciones con las provincias ultramarinas. Ambos propósitos respondían a una nueva concepción del Estado, que consideraba como principal tarea volver a abrogarse todos los atributos del poder que había delegado en grupos y corporaciones y asumir directamente la dirección del poder español que mostraba signos de decadencia. Las constantes guerras con Inglaterra, la corrupción y la evasión de impuestos habían contribuido al deterioro de las finanzas, mientras que las pestes y las epidemias habían producido una crisis demográfica. Ante esta situación, los monarcas fortalecieron la economía española mediante el máximo aprovechamiento de los recursos provenientes de las colonias y unificaron así su administración a través de la designación de ministros más eficientes. El virreinato de la Nueva España (hoy México) y el de Perú constituían las colonias más prósperas y ricas que España disponía. México producía en Zacatecas y Guanajuato el 67 por 100 de toda la plata de América. Alrededor de 1810, contaba con una población de unos seis millones de habitantes, repartidos en un 18 por 100 de blancos (setenta criollos por cada peninsular), un 60 por 100 de aborigenes (la mayoría del país) y un 22 por 100 de castas (pardos y mestizos). La riqueza se encontraba mal distribuida; como observó Alexander von Humboldt, México es el país de la desigualdad. España, envuelta en guerras, una veces con Inglaterra por compromisos diplomáticos y otras con Francia, exigió mayores y más directas exacciones fiscales a las colonias, al tiempo que debilitaba su control militar y administrativo sobre ellas. Al acudir al dinero mexicano, chocó con los intereses de la Iglesia, principal capitalista del país.
Sublevación de Miguel Hidalgo En el Bajío, región próspera y fértil de Guanajuato, la ebullición social se desbordó y encontró a su líder en el sacerdote mestizo Miguel Hidalgo y Costilla. La conspiración de Querétaro lo atrajo a su causa y aprovechó su enorme ascendiente sobre los indios. Desbaratado por los realistas, este levantamiento había sido inspirado por criollos ilustrados y radicales como Ignacio Allende, Juan Aldama y Miguel Domínguez. Hidalgo apeló al apoyo popular y el 16 de septiembre de 1810, en la misa, profirió el famoso Grito de Dolores. El movimiento se propagó por todo el Bajío y llegó a contar con un ejército de cincuenta mil hombres, en su mayoría indios y mestizos mal armados e indisciplinados. El cura Hidalgo, con la imagen de la virgen de Guadalupe como estandarte, asaltó y tomó la ciudad de Guanajuato, donde decidió aprisionar a los españoles, confiscar sus bienes y abolir el tributo indígena. Los criollos y peninsulares adinerados se enfrentaron a Hidalgo en la Alhóndiga de Granaditas (Guanajuato), donde habían concentrado sus fuerzas. La victoria supuso una matanza de blancos, ya que latía en la guerra el odio racial. Hostigado por militares españoles y criollos, Hidalgo es derrotado el 17 de enero de 1811 en el Puente de Calderón, huye con su lugarteniente Allende hacia el norte, pero cae en una emboscada en Chihuahua, y es más tarde ajusticiado.
manuel hidalgo sublevacion Sublevación de Miguel Hidalgo y Costilla Sublevación de Jose María Morelos Otro sacerdote mestizo, José María Morelos, se une a Hidalgo y levanta un ejército popular, pero disciplinado, móvil y aguerrido. En 1812 cae Oaxaca en sus manos, lo que provoca la alarma de los realistas. Morelos, el más intuitivo de los nacionalistas de su país, promulgó un decreto constitucional por el que todos se convertían en americanos y se abolían las castas, el tributo indio y la esclavitud. Partidario de un socialismo utópico y agrario, fue juzgado por herejía y ajusticiado en 1815. Dos compañeros de Morelos continuaron la lucha después de su muerte: Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria. La represión fue llevada a cabo por el ejercito colonial criollo y la Iglesia oficial, que constituían, entre 1815 y 1821, las fuerzas más conservadoras del país. Sólo una política muy hábil hubiera podido retener a los criollos para la Corona y España, pero los liberales peninsulares precipitaron la caída del colonialismo americano. Constitución de 1812 Fernando VII había dispuesto la formación de una enorme expedición punitiva que partiría hacia América, compuesta por 20.000 veteranos.
Durante el trienio liberal (1820-1823), tras el pronunciamiento de Riego, se proclama en México la Constitución de Cádiz y se eligen diputados a Cortes mediante sufragio censitario, como en la Península