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LAS BREVAS IX
Era tiempo de Brevas y fuimos a comerlas en Rica estábamos los cuatro cogiendo las brevas, Rocillo fue quien primera las cogió y Adela estaba enojada porque no podía alcanzarnos ni cogerlas, nos pusimos a comer las brevas por todas parte manchándonos todos con ellas, hasta que nos comenzamos a lanzar las brevas y a jugar con ella hasta que una alcanzo a Platero y como él no podía defenderse salí yo a defenderlo comenzando otra vez el juego con las brevas.
Angelus X
Cuantas rosa caen, rosas de todos los colores; blancas, rojas, sin color, de dónde salen tantas rosas, son tan suaves y débiles que adornan todas las partes, acaso caerán del cielo para alegrarnos la vida Platero, de lo que si estoy seguro es que tus ojos son como rosas.
El Moridero XI
Si tu te mueres antes que yo Platero no irás como los otros animales que no tiene quien le quiera al carrillo del pregonero, ni a la marisma inmensa, ni al barranco del camino de los montes, tu no serás comido por los cuervos, cuando mueras yo te enterraré al pie del pino del huerto de la Piña que tanto te gustan y estarás acompañado por los cantos de los niños.
LA PUA XI
Entrando al prado Platero ha comenzado a cojear, qué la abra pasado?, se tira al suelo mostrando la ranilla de donde cuelga una púa larga y verde, se la he retirado y lo he llevado al arroyo de los lirios amarrillos para que el agua lo cuide y limpie la herida.
GOLONDRINAS XII
Han llagado las golondrinas, míralas Platero, pero están como desorientadas sin saber que hacer puesto que la primavera se ha levantado temprano este año, no saben si subir o bajar este no será un buen año para ellas, morirán de frío.
LA CUADRA XIV
Cuan llego al medio día y veo a Platero tirado en el césped, me alegro de verlo y Diana la cabra se tira a mi pecho a saludarme y a querer lamerme con su lengua rosada, mientras que Platero ya me saluda con un largo rebuzno, después trata de romper la soga que lo sostiene de la emoción de verme.
POTRO CASTRADO XV
Era hermoso con ojos negros y juguetones entro así todo él con su belleza al establo donde cuatro hombres lo vieron y uno de ellos invocando las palabras de Shakespeare dice que su belleza será su perdición y es así como lo castran y el animal pierde su belleza y galladura.
LA CASA DE ENFRENTE XVI
Como han cambiado las cosas la casa de enfrente siempre me gusto, cuando era pequeño la veía desde el balcón como la veo ahora, veía a la hija que siempre me llenaba de besos, me parecía una mujer y hasta ahora ya casada lo sigue haciendo, recuerdo al dueño que siempre le pedía dinero a mi padre, tantos recuerdos desde mi balcón.
EL NIÑO TONTO XVII
Siempre que pasaba por la calle de Don José veía al niño tonto sentado en la puerta de su casa, pero esta vez no lo vi. Era un niño que no hablaba con nadie, creo que ahora seguirá sentado pero en la puerta del cielo
Respuesta:
Arriba, por las ramas últimas, salta y pía un leve pajarillo, que el sol hace, cual toda la verde cima suspirante, de oro. Platero, que, sugestionado, sin duda, por la lira de Orfeo, viene á leer conmigo. PLATERO acababa de beberse dos cubos de agua con estrellas en el pozo del corral, y volvía á la cuadra, lento y distraído entre los altos girasoles. Sobre el tejadillo, húmedo de las blanduras de septiembre, dormía el campo lejano, que mandaba un fuerte aliento de pinos.
Una gran nube negra, como una gigantesca gallina que hubiese puesto un huevo de oro, puso la luna sobre una colina. Platero la miraba fijamente y sacudía, con un duro ruido blando, una oreja.
EL CANARIO VUELA
UN día, el canario verde, no sé cómo ni por qué, voló de su jaula. Era un canario viejo, recuerdo triste de una muerta, al que yo no había dado libertad por miedo de que se muriera de hambre ó de frío, ó de que se lo comieran los gatos. Los niños estuvieron, toda la mañana también, sentados en la galería, absortos en los breves vuelos del pajarillo amarillento. Libre, Platero, holgaba junto á los rosales, jugando con una mariposa.
SUSTO
ERA la comida de los niños. Por la ventana del jardín, la clara noche de estrellas temblaba, dura y fría. Hubo un súbito silencio, y luego, en un estrépito de sillas caídas, todos corrieron tras de ella, con un raudo alborotar, mirando, espantados, á la ventana. Puesta en el cristal su cabezota blanca, agigantada por la sombra, los cristales y el miedo, contemplaba, quieto y triste, el dulce comedor encendido.
LA ESPINA
Entrando en la dehesa, Platero ha comenzado á cojear. Una espina larga y verde, de naranjo sano, está clavada en ella como un redondo puñalillo de esmeralda.
JUEGOS DEL ANOCHECER
CUANDO, en el crepúsculo del pueblo, Platero y yo entramos, ateridos, por la obscuridad morada de la calleja miserable que da al río seco, los niños pobres juegan á asustarse, fingiéndose mendigos.
LA NOVIA
Platero me lleva, contento, ágil, dispuesto. De pronto, Platero, yergue las orejas, dilata las levantadas narices, replegándolas hasta los ojos y dejando ver las grandes habichuelas de sus dientes amarillos. Ahí tiene ya, en otra colina, fina y gris sobre el cielo azul, á la amada. Y dobles rebuznos, sonoros y largos, rompen con su trompetería la hora luminosa y caen luego en gemelas cataratas.
He tenido que contrariar los instintos amables de mi pobre Platero. La bella novia del campo lo ve pasar, triste como él, con sus ojazos de azabache cargados de estampas.
CALOSFRÍO
LA luna viene con nosotros, grande, redonda, pura. Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa cual si alguien le fuese á alcanzar, sintiendo ya la tibieza suave del pueblo que se acerca....
ELLA Y NOSOTROS
Yo estaba abajo, contigo, en el trigal amarillo y ondeante, goteado todo de sangre de amapolas, que ya Julio coronaba de ceniza.
LA COZ
Platero, en un rincón, se impacientaba. Entre el redondo trote duro de los caballos, Platero alzaba su raudo trotecillo agudo, que necesitaba multiplicar insistentemente para no quedarse solo en el camino. Platero le había rozado la grupa á un fino potro tordo con su boca, y el potro le había respondido con una rápida coz. Nadie hizo caso, pero yo le vi á Platero una mano corrida de sangre.
Se volvieron los dos, lentos y tristes, por el arroyo seco que baja del pueblo, volviendo la cabeza al brillante huir de nuestro tropel. Cuando, de vuelta del cortijo, fuí á ver á Platero, me lo encontré mustio y doloroso.
ASNOGRAFÍA
Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos brillantes, de una blanda dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y chispeante en un breve y convexo firmamento negro.
EL VERANO
PLATERO va chorreando sangre, una sangre espesa y morada, de las picaduras, de los tábanos. Los guardas de los huertos suenan el latón para asustar los rabúos, que vienen, en grandes bandos celestes, por naranjas... Cuando llegamos á la sombra del nogal grande, rajo dos sandías, que abren su escarcha grana y rosa en un largo crujido fresco. Platero se bebe la carne de azúcar de la suya, como si fuese agua.
BARBÓN
DARBÓN, el médico de Platero, es grande como el buey pío, rojo como una sandía. Y estas pifias llevan un acompañamiento de inclinaciones de cabeza, de manotadas ponderativas, de vacilaciones chochas, de quejumbres de garganta y salivas en el pañuelo, que no hay más que pedir. Allí la tiene, revolviéndola, una hora. Pero se enternece, igual que un niño, con Platero.
LA ARRULLADORA
LA chiquilla del carbonero, guapa y sucia cual una moneda, bruñidos los negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está á la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.
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