Respuestas
María nació en silencio
en horas de madrugada,
cuando los gallos anuncian
albores en la besana,
en un hogar nazareno
donde viven en alianza
dos ancianos venerables
de nombres Joaquín y Ana.
Personas de vida intensa,
abiertas a la esperanza,
recibieron su sonrisa
con gozo inmenso en el alma
y adoptaron la ternura
como fórmula adecuada
para ‘envolver’ a María
en protección y crianza.
Creció la niña María
de virtudes adornada,
como si fuera una estrella
de luz y suave fragancia:
cuerpo de gran hermosura,
claridad en la mirada,
sencilla cual violeta,
ardiente e inmaculada;
imagen pura de Dios
en belleza y semejanza.
María aplaude la vida
con juventud esmeralda;
se reviste de primores,
ensueña, camina y canta
y expande sus privilegios
entre amigas en la plaza,
como arrullo de paloma
protegida en la enramada.
El saludo de Gabriel
por sorpresa y sin palmas
desvela todo el misterio:
“María, llena de gracia,
el Señor está contigo”.
La salutación reclama
su seno como un jardín
donde plantar la Palabra
y se convierte de pronto
en Virgen de la Esperanza.
Al percibir la presencia
-fulgente como una llama-
del Espíritu de Dios
asentado en sus entrañas,
pronuncia humilde “así sea”,
sumergida en la plegaria,
ensancha su corazón
y prorrumpe en alabanzas.
***
¡Enhorabuena, María!,
por tu grandeza de alma,
porque recreas auroras
con silencio de palabras
y cultivas emociones
al son de cítara y arpa.