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Ideas equivocadas sobre la selección natural
Debido a que la selección natural puede producir adaptaciones asombrosas, es tentador pensar en ella como en una fuerza todopoderosa, que insta a los organismos y los empuja constantemente en la dirección del progreso — pero la selección natural no es así en absoluto.
En primer lugar, la selección natural no es todopoderosa; no fabrica perfección. Si tus genes son «bastante aptos», conseguirás tener descendientes en la siguiente generación — no tienes que ser perfecto. Esto debería ser bastante evidente sólo con mirar las poblaciones que nos rodean: las personas pueden tener genes para enfermedades genéticas, las plantas pueden carecer de los genes para sobrevivir a una sequía, una depredadora puede no ser suficientemente rápida como para atrapar a su presa cada vez que tiene hambre. Ninguna población ni ningún organismo está prefectamente adaptada.
En segundo lugar, es más preciso pensar en la selección natural como en un proceso, en lugar de una guía. La selección natural es el simple resultado de la variabilidad, la reproducción diferencial y la herencia — es ciega y mecánica. No tiene objetivos, no se esfuerza para dar lugar al «progreso» ni a un ecosistema equilibrado.
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