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El yaguar, como máximo depredador del continente, suele tener un papel primordial en las mitologías de las regiones donde habita. Tal es el caso de los Pumé, para quienes Itciaí fue uno de los primeros seres, creador de las aguas de los ríos, hermano de Puaná, la gran serpiente.
La historia de Makunaima reproduce cada uno de los pasos por los que debe pasar un joven aprendiz de chamán en el proceso de su iniciación. No cualquier hombre puede llegar a ser chamán: debe ser astuto, fuerte y resistente. Uno de los pasos esenciales para comprobar su aptitud en este camino es dejarse morder en el pecho por un grupo de hormigas 24, cuyo nombre se debe a que su dolorosísima picada causa fiebre por 24 horas. Pero un joven nacido para ser chamán resistirá incólume tales picadas y deberá mantenerse y resistir si ha de llegar a ser uno poderoso.
Para los Pemón, las cumbres de los tepuyes (altas montañas con cumbres planas y barrancos verticales de la región de Guayana) son sitios tabú, pues son el hogar de los Mawarí. Estos seres mitológicos están asociados a los barrancos, cumbres y paisajes fantásticos de estas regiones y son los culpables de la desaparición y muerte de los incautos que suben a sus territorios, pues generalmente son enemigos de los hombres. Las cumbres de estas montañas suelen estar cubiertas de neblina y lluvia, y la visibilidad puede ser muy reducida. Están surcadas por grietas y hendiduras muy profundas, cuevas y precipicios que las convierten en zonas muy peligrosas, que los Pemón evitan a toda costa a fin de no molestar a los Mawarí que allí habitan.
Los Piaimá son concebidos por los Pemón como seres antropomorfos de gran tamaño. Esto seres siempre viven en las selvas, entre espesuras. El mundo de los Piaimá, en general, está concebido como un mundo al revés. Los ratones y ratas son sus venados y dantas (tapires); los hongos su pan; sus flechas son de cera. Trepan a los árboles con los pies hacia arriba y la cabeza hacia abajo. Es muy importante, entre otras cosas, considerarlos los primeros maestros de los chamanes, y considerar su invocación como uno de los más fuertes contravenenos. Ellos son quienes conocen todos los secretos del mundo de las plantas.
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