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Hábitat
Hábitat de nidificación
El halcón peregrino ocupa casi todo tipo de hábitats, aunque no se establece en desiertos, en los que es reemplazado por otras especies de halcones (borní, sacre, lanario), ni en selvas tropicales; aún así, se encuentran parejas reproductoras en lugares tan extremos como los suelos árticos de Groenlandia, Alaska y Siberia, en las grandes ciudades como Nueva York, en los bosques de la Selva Negra Alemana, en las islas del Pacífico Norte, en las grandes zonas semi-desérticas de Australia, etc. (Cade et al, 1988; Ratcliffe, 1993; Ferguson-Lees y Christie, 2001). No obstante, las pautas habituales están dictadas por la necesidad de paredes para anidar y de disponibilidad de alimento. Se debe tener en cuenta que las poblaciones limitadas por la existencia de lugares de nidificación son definitivamente limitadas por la disponibilidad de alimento y su efecto final sobre la calidad de las zonas de nidificación (Jenkins y Hockey, 2001).
En España nidifica mayoritariamente en roquedos (95,7%), escasamente el tendidos eléctricos (2,8%), otras estructuras artificiales (1,27%) y árboles (0,14%). También nidifica en edificios de grandes ciudades (Del Moral y Molina, 2009)3.
En España, siguiendo estas pautas, resulta abundante en los acantilados costeros, sobre todo en los abruptos relieves del norte, Cataluña y Levante, donde además posee una gran fuente de alimento durante las migraciones prenupciales y postnupciales de paseriformes y limícolas. Asimismo, ocupa los macizos kársticos, paredes graníticas, cañones de ríos, canteras, etc. (Zuberogoitia et al., 2002a). Por otra parte, en las mesetas castellanas, donde abundan las presas de zonas abiertas pero escasean las paredes de nidificación, los halcones han encontrado una alternativa, utilizando los nidos de cuervos en torretas de alta tensión (Aldea y Hernández, 2002; González Yagüe y González Vélez, 2002; Lorenzo, 2002; Sagardia, 2002).
Esta nueva adaptación de nicho ecológico parece repetirse en otras regiones del planeta, donde los halcones también han comenzado a utilizar estas estructuras (Bunnell et al., 1997). Esto demuestra una vez más que el factor limitante es el alimento y el extraordinario poder de adaptación de la especie. En este sentido, en aquellas zonas donde abunda el alimento es habitual encontrar halcones anidando en lugares alejados del patrón original, de forma que en la selva Negra y en Australia anidan en huecos de árboles, o en la tundra utilizan pequeños montículos de tierra que se elevan escasos centímetros sobre las zonas pantanosas (Hickey y Anderson, 1969; Kleinstäuber y Kirmse, 1988; Kumari, 1974; Lindberg et al., 1988; Olsen y Olsen, 1988).
En cuanto a las exigencias a pequeña escala, prevalecen las variables relacionadas con el tamaño de las paredes y su abundancia, la presencia de huecos y estructuras apropiadas para anidar y su orientación, que variará en función de la latitud y altitud dependiendo de si se debe evitar vientos húmedos y fríos en el norte o fuertes insolaciones en el sur (Court, 1986; Donazar et al., 1989; Norris, 1995; Monteagudo et al., 1999; Gainzarain et al., 2000; Zuberogoitia et al., 2002a). No obstante, todas estas variables se encuentran interrelacionadas entre sí, de forma que la orientación no es un problema si existen cuevas y extraplomos en los que los efectos del clima son amortiguados por la capacidad de refugio, las zonas con grandes y abundantes paredes presentan también un mayor número de lugares adecuados para anidar y, además, a mayor número de paredes mayor probabilidad de encontrar diferentes orientaciones. Sin embargo, en algunas regiones de las llanuras cerealistas del centro y sur de la península, la disponibilidad de paredes se restringe a pequeños cortados de arena o yeso, donde los halcones se establecen (De Lucas et al., 2002). Por lo tanto, una vez más, las exigencias ecológicas para anidar quedan supeditadas a la disponibilidad de alimento.
En el Parque Natural de las Sierras Subbéticas de Córdoba, los Halcones Peregrinos eligen para nidificar cortados con exposición N/NW, con una distancia media de 775 m a sitio habitado por el hombre y 619 m de distancia al punto de agua más cercano ( n = 8) (Carlier, 1993).
En las últimas décadas, y con motivo de la progresiva recuperación de las poblaciones, se está dando un incremento de la utilización de canteras abandonadas, que a efectos resultan similares a las paredes naturales (Crick y Ratcliffe, 1995; Moore et al. 1997). No obstante, los casos más sorprendentes son aquellos en los que los halcones se establecen en canteras en activo y sacan adelante a los pollos a pesar del trasiego de máquinas y las voladuras (Zuberogoitia et al., 2002a).
Hábitat de alimentación
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