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El siglo XIX fue esquivo para el desarrollo económico del país. El fuerte impacto que provocó la Independencia sobre la economía de una colonia como la de la Nueva Granada, que había sido bastante pobre hasta el momento, la hizo empobrecer más, por lo menos hasta 1850.El mercado mundial entretanto no mostró dinamismo hasta 1850, lo cual escasamente ayudó a salir de la contracción producida por la guerra y por la pérdida inicial de comercio. La política y la guerra debilitaron la institución de la esclavitud y, por lo tanto, la minería se contrajo primero para estancarse después, manteniendo cierta dinámica en Antioquia. La guerra misma produjo pérdidas de vidas, semovientes, mulas, cosechas y las propiedades de chapetones y realistas fueron expropiadas, incentivando la fuga de capital. Sin embargo, a pesar de todos los problemas, se comenzaron a echar los cimientos de una nueva sociedad, un tanto más liberal, que eventualmente saldría adelante con nuevas exportaciones hasta consolidar el café como la principal de ellas, ya a principios del siglo XX. Solo a partir de ese momento, Colombia entró en una fase de crecimiento sostenido. A. LA INDEPENDENCIA Y LA ECONOMÍA . Costos y beneficios de la Independencia.A partir de 1850 se superaría el nivel bruto de exportaciones colonial y hacia 1870 se habían recuperado también las exportaciones por habitante. Pero lo más costoso a largo plazo, luego de la disolución del estado colonial, sería la inestabilidad política. Esta indujo la fuga de capital, dejó sin reglas adecuadas los negocios que podían ser emprendidos, mientras que los existentes quedaban sometidos a riesgos de expropiación, de préstamos forzosos durante los conflictos y de cambios frecuentes en las reglas de juego que organizaban la sociedad.
La Nueva República acometió importantes tareas de modernización. Se abolieran las formas colectivas y obsoletas sobre la propiedad de la tierra (el mayorazgo y las manos muertas en poder de la Iglesia, los ejidos y propiedades comunitarias de los indígenas, entre otros) que impedían su movilidad y se liquidó el muy racionado sistema de crédito eclesiástico a favor de la banca libre. Se introdujo el moderno código napoleónico de comercio que remplazó las Ordenanzas de Cádiz y se cambió además el contradictorio y confuso sistema de medidas español por el métrico decimal. Por último, se debilitaron los fueros corporativos como los del consulado, el fuero eclesiástico y el de los militares y se caminó en dirección a la igualdad frente a la ley, aunque esa igualdad estaría muy lejos de ser alcanzada. De esta manera, se fueron desmontando las taras institucionales del absolutismo español que impedían el desarrollo del comercio y de los negocios, lo cual para el caso de la Nueva Granada comenzaría a rendir frutos durante la segunda mitad del siglo XIX y plenamente en los primeros 30 años del siglo XX. Por lo demás, la primera globalización capitalista que absorbiera las exportaciones de materias primas sólo se desataría con fuerza entre 1850 y 1914.