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En realidad hace referencia a la cultura de los conquistadores y de los colonizadores españoles y portugueses para designar formulaciones sociales de componentes múltiples.
El epíteto "latina" aparece en Francia bajo Napoleón III, vinculado al gran designio de ayudar a las naciones "latinas" de América a detener la expansión de Estados Unidos.
La latinidad, al borrar los vínculos particulares de España, con una parte del nuevo mundo, daba a Francia legítimos deberes para esas "hermanas" americanas católicas y romanas. Esa latinidad fue combatida por Madrid en nombre de la madre patria, donde el término América Latina sigue sin tener derecho de ciudadanía.
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Explicación:
Definir el concepto de América Latina es sumamente complejo. Aún cuando hoy en día se emplea de manera corriente, al detenernos a pensar en la palabra como concepto, así como su significado y significación, encontramos enormes dificultades. Como definición el concepto ya ha sido abordado por diversos estudiosos tales como Leopoldo Zea (1965; 1986), José Carlos Mariátegui (1965),Partimos del principio de que hoy en día el término de «América Latina» es aceptado y repetido por un amplio número de personas: académicos, políticos, responsables gubernamentales, y actores legos. Pero esto nos remite al problema mismo de la conceptualización del término. ¿Cómo se creó y definió en el lenguaje corriente Sin embargo «América Latina» es esto y mucho más, se trata en realidad del resultado de contextos y situaciones socio-políticas-económicas-geográficas-culturales muy complejas y de larga duración para retomar a Fernand Braudel. Por citar sólo tres ejemplos, la idea y concepto de «América Latina» se fue forjando a pesar y gracias a: 1) el expansionismo norteamericano; 2) a un intento de reconquista por parte de la corona española en el siglo XIX; 3) como proyecto de creación de un imperio en territorio americano impulsado y soportado por Francia y Napoleón III. «América Latina»?Durante mucho tiempo se pensó que fue en 1836 cuando Michel Chevalier empleó por primera vez el término América Latina en la Introducción de Lettres sur l’Amérique du Nord. En dicho texto el autor ya comienza a abordar y dibujar su idea de «América Latina», pero es hasta Des Intérêts matériels en France, que se puede observar algo mucho más elaborado cuando afirma que la «Civilisation» moderna tiene una doble raíz que es complementaria y contradictoria a la vez: la tradición romana y la tradición germánica. De esta manera el porvenir de la sociedad y la «Civilisation» se encuentra una vez más en juego pero ahora en un espacio nuevo llamado «América» donde vuelven a cohabitar y enfrentarse las dos tradiciones mencionadas. De esa manera para Chevalier en el continente americano existen dos «civilisations» o culturas complementarias pero confrontadas. Una sajona y protestante, laboriosa, de raza blanca, apegada y respetuosa de las instituciones que ella misma iba creando, pero discriminadora y rechazadora de todo lo que es diferente a ella, menospreciante de las otras culturas y con un destino manifiesto claro; la otra América era latina, católica, de raza mestiza, europea pero bárbara a la vez (el Facundo de Sarmiento), sin reconocimiento ni respeto para las instituciones endebles que se están conformando, pero sin miedo al otro, le gusta conocerlo, confrontarlo, enseñarle y aprender de él. Se trata de una idea muy romántica de la latinidad versus una idea muy pragmática de lo sajón.Entendemos que la denominación «América Latina» fue empleada por primera vez y de manera alterna y simultánea por Francisco Bilbao y Torres Caicedo en 1856 y no cómo lo quiere el mito en 1860 por los ideólogos de Napoleón III. Es cierto que tanto Chevalier como Poucet ya habían empleado el término y de hecho existe en ambos autores una reflexión profunda sobre el mismo, pero son casos aislados y de impacto muy discutible.En los hechos y la realidad tangible el concepto de latino y más específicamente el término «América Latina» no convenía, y sigue sin convenir ni convencer, a grandes partes del continente, más allá del territorio sajón, por ejemplo las comunidades indígenas que de latino no tenían nada, o bien los territorios franceses que parecían no pertenecer a ninguna de las dos grandes «Américas», o incluso todas las poblaciones de afrodescendientes que desde entonces ya vivían en el continente.Sin embargo no debemos perder de vista que nos encontramos en los albores del positivismo en América6, una ideología que trata de recuperar, y adaptar, de manera muy poco ortodoxa muchos de los principios de aquel liberalismo republicano que se había frustrado durante la primera mitad del siglo XIX; pero que al mismo tiempo buscaba un orden y un progreso que continuaban a ser promesa incumplida de la «civilisation»; un positivismo que al adaptarse a las circunstancias de la América no sajona encontró en la formulación de lo latino una especie de cohesión identitaria y de escudo filosófico espiritual común contra el gigante vecino del norte. Si seguimos esta línea de pensamiento entonces tendremos que aceptar que el concepto de «América Latina» fue en sus orígenes más bien defensivo y de repliegue antes que propositivo.