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Es un período de tiempo en el que los católicos nos preparamos para celebrar la Pascua del Señor, la resurrección de Jesucristo y la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente. Son días muy apropiados para leer y meditar sosegadamente los relatos evangélicos de la Pasión y muerte de Jesús. Lo más importante es ponerse en la presencia de Dios y pedirle luz para saborear el amor que Jesucristo nos tiene. Cada uno sabrá como mejor hacerlo, pero es necesario buscar un lugar tranquilo, hacer silencio y sería conveniente la lectura de los evangelios de estos días. Se trata de adentrarse, con una fórmula o con otra, en el sentido más profundo de la muerte de Jesús, y mirarla con la expresión más impresionante del amor que Dios nos tiene. Volver el corazón a Dios, convertirnos, significa estar dispuestos a poner todos los medios para vivir como Él espera de nosotros. Jesús nos pide un corazón contrito, una verdadera conversión. La conversión, no es de inmediato, sino los propósitos y deseos de mejorar a diario, en nuestro trato, en la familia, en el trabajo, en definitiva en pequeñas mortificaciones ofrecidas al Señor, que hacen más grata la convivencia a nuestro alrededor. Cuando uno de nosotros reconoce que está triste, debe pensar que no está suficientemente cerca de Cristo. No olvidemos, que la mortificación está muy relacionada con la alegría, y que cuando el corazón se purifica se vuelve más humilde para tratar a Dios y a los demás. La mortificación sólo produce tristeza cuando sobra egoísmo y falta generosidad. Estas mortificaciones buscadas por amor a Dios, serán valiosísimas para vencer la pereza, el egoísmo, la soberbia, etc. que nos viene en todo instante. El cristiano que va por la vida rehuyendo sistemáticamente el sacrificio no encontrará a Dios, no encontrará la felicidad. La Cuaresma es una peregrinación en la que Él mismo nos acompaña a través del desierto de nuestra pobreza, sosteniéndonos en el camino hacía la alegría intensa de la Pascua.
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Para los cristianos, observando la Cuaresma significa preparándose para el sacrificio final de Jesucristo haciendo sus propios sacrificios. La observación de 40 días de Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza. ... Otros días santos que los cristianos observan durante la Cuaresma incluyen el Domingo de Ramos.