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Respuesta:Corrían tiempos del infante don Fernando, que venció a Antequera, en la que Rodrigo de Narváez, notable caballero por su nobleza, honor y hechos de armas fue nombrado alcaide de la villa por su trabajo guerrero contra los moros, siéndole otorgada, también como alcide de ésta, la villa de Álora.
Salió una noche con nueve guerreros más por el campo con intención de pillar a algún moro desprevenido al que dar ataque. Siendo así marcharon y se dividieron en dos grupos. Se encontraron con un moro a caballo de elegante parecer, al que con mucho esfuerzo hirieron los escuderos y Narváez hizo prisionero al “venir de refresco”.
Por el camino contóle el moro su historia: Sobre los Abencerrajes de Granada, hombres de renombre en cuanto a caballeros como servidores de damas, cayó un falso rumor que decía que unos cuantos Abencerrajes tramaban matar al Rey de Granada para dividirse entre ellos el reino. Llegó a oídos del Rey, quien ordenó matar a esos Abencerrajes y quemar sus propiedades, y a lo sumo que todo Abencerraje se le exiliara de las tierras de Granada. Abindarráez (que así se llamaba el moro) nació en Granada, y por su padre cumplir el mandato lo dejó a la merced de un buen amigo suyo, el alcaide de Cártama, quien tenía una hija que toda la vida fue como una hermana para Abindarráez. Pero crecieron, y el cariño de hermanos se consumó en amor. Una vexz les fue desvelada que no eran hermanos juráronse clandestinamente los jóvenes amor eterno, antes de que Jarifa y su padre partieran a Coín, siendo el padre el nuevo alcaide de Coín y dejando a Abindarráez como alcaide de Cártama. Un día Jarifa hizo llamar a Abandarráez para casarse con él durante la ausencia de su padre, y fue entonces cuando se encontró con Rodrigo de Narváez, haciéndole prisionero.
El cristiano sintió compasión por el joven moro y dejóle marchar con la condición de que regresara como su prisionero al tercer día, y el moro muy contento a Coín marchó. Tras justificar su tardanza, se desposó con su amada, y aquella misma noche yacieron juntos. Abindarráez le contó a su Jarifa que se volverían a separar contándole la hazaña y acuerdo con el cristiano. Jarifa le propuso no ir y enviarle una cuantiosa recompensa, pagando así su rescate, pero Abindarráez no lo aceptó, entonces Jarifa decidió acompañarle como otra prisionera.
Por el camino se toparon con un viejo que les contó una historia del caballero Narváez, que era ejemplo bueno de su gentileza y honor: Rodrigo estaba enamorado de una dama casada, que amaba a su marido y no hacía caso a los coqueteos de Rodrigo. Cuando por fin la tuvo rehusó estar con ella al ser advertido que su amor se debía a los elogios del marido de ésta, prefiriendo respetar la honra del marido que satisfacer sus propios deseos.
Así llegaron al castillo de Narváez, quien les recibió con los brazos abiertos y no sólo les dejó en libertad, sino que además les ayudó a lograr el perdón del padre de jarifa ante tal acto nupcial. Se fueron a vivir a Coín, enviando a Rodrigo una suma de dinero en agradecimiento a su libertad, quien la renunció haciendo honor a su caballerosidad.
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