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Respuesta:
energía del agua salada
heliocultivo
piezoelectricidad
conversión de energía termal marítima
entre algunas de las miles que pueden haber
Energía nuclear de fisión. Una de las dos formas de energía atómica conocidas por el hombre, consiste en la separación o escisión del átomo de un material pesado como el uranio. Esto genera una reacción en cadena que libera enormes cantidades de energía calórica y de radiación, así como materiales peligrosos como el plutonio; pero que correctamente controlado pueden emplearse para hervir agua cuyo vapor moviliza turbinas y genera electricidad.
Energía nuclear de fusión. La segunda forma de reacción nuclear conocida, es la empleada para fabricar la tan temida bomba-H o bomba de hidrógeno. Esto se lleva a cabo mediante un mecanismo contrario al de la fisión, es decir, la juntura de dos átomos de un elemento liviano como el hidrógeno, liberando aún más energía y radiación, así como subproduciendo elementos más pesados como el helio.
Energía eólica. La energía eólica ha acompañado al hombre desde tiempos remotos: los molinos para la harina son un perfecto ejemplo. Se trata de aprovechar el empuje del viento en zonas en que sea particularmente fuerte y constante, mediante un sistema de aspas unido luego a un generador eléctrico. Así, se transforma la energía mecánica del viento en energía potencial y luego eléctrica.
Energía geotérmica. Como su nombre lo indica, este tipo de energía aprovecha el calor emanado por el planeta mismo, que al tener un corazón de hierro y otros metales fundidos, pues genera grandes cuotas calor a medida que nos adentremos en la tierra.
Energía mareomotriz: Es la que aprovecha el movimiento de las mareas, de manera semejante a cómo funciona la eólica. Existen molinos de mareas, que convierten la energía cinética de las corrientes de agua en energía eléctrica aprovechable. Sin embargo, la cantidad de energía generada, en contraste con la inversión económica y el impacto ambiental de la instalación de estas plantas generadoras hace que sea un modelo con muy poca penetración hoy en día.
Energía hidroeléctrica. La más popular de las energías renovables, requiere de apenas una caída de agua (natural, como las cataratas, cascadas o ríos; o artificial, como las represas y complejos hidroeléctricos con embalse) para movilizar los generadores que producirán la corriente eléctrica. Exceptuando el impacto ambiental y económico que se produce al instalar estas plantas o al represar ríos enteros e inundar laderas, y el efecto de las posibles sequías que acompañan al cambio climático, este mecanismo ha demostrado hasta ahora ser confiable, seguro y relativamente ecológico.
Energía solar fotovoltaica. El aprovechamiento de la energía que el sol irradia constantemente es una de las grandes esperanzas de la humanidad frente a las épocas de cambio climático. En el caso de la energía solar fotovoltaica, esto requiere de la instalación de grandes paneles solares en importantes extensiones de territorio, para poder captar la mayor cantidad posible de radiación solar y a través de una célula fotovoltaica que opera más o menos como una pila, aprovechar el impacto de los fotones para producir un campo eléctrico permanente. Tiene la limitante de requerir de climas soleados a lo largo de grandes extensiones de territorio.
Energía solar térmica. Conocida también como energía termosolar, opera de modo similar a la energía fotovoltaica pero para producir calor en lugar de electricidad: calor aprovechable para cocinar alimentos, calefaccionar una habitación o incluso para alimentar máquinas refrigeradoras por absorción, que requieren de calor en lugar de electricidad. Posee las mismas ventajas y desventajas, no obstante, del caso anterior.
Energía undimotriz. Se llama así a la energía obtenida del aprovechamiento de la fuerza (energía mecánica) de las olas del mar: es uno de los tipos de energía renovable más estudiadas a principios del siglo XXI, ya que la predictibilidad de los procesos marinos y su combinabilidad con la energía eólica ofrecen esperanzas en la obtención de energía sustentable de cara al futuro.
Energía de biomasa. También llamada energía de biocombustibles o incluso bioenergía, se trata de la obtención de combustibles más o menos ecológicos (con un impacto ambiental mucho menor al de los combustibles fósiles) y sobre todo más económicos, a partir de la transformación de materia orgánica en alcoholes combustibles (biodiesel, bioetanol, biogás, etc.). Para ello se pueden emplear desechos agrícolas, material de desecho orgánico y muchas otras sustancias de origen vegetal o animal sometidas a un proceso de fermentación anaeróbica.