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Felipe II (Augusto)
Rey de Francia, nacido el 22 o 25 de agosto de 1165, muerto en Mantes, el 14 de julio de 1223, hijo de Luis VII y Álix de Champagne.
Fue sanado de una seria enfermedad luego que su padre peregrinó a la tumba de Tomás Becket; le sucedió en el trono el 18 de septiembre de 1180. Su matrimonio con Isabel de Hainault, sobrina del Conde de Flandes, los conflictos que posteriormente tuvo en contra del último, y la muerte de la Condesa (1182), y del Conde de Flandes (1185), incrementaron el poder real en el norte de Francia. Su disputa con Enrique II de Inglaterra, en concierto con los hijos de ese monarca: Enrique, Ricardo, y Juan, llevaron, en 1189, al Tratado de Azay-sur-Cher, que realzó el poder real en el centro de Francia. La disputa con los Plantagenet fue la idea rectora de toda la política de Felipe II.
Ricardo Corazón de León fue el primero de lograr unos términos amigables con Felipe, luego de que llegó a ser Rey de Inglaterra, el 6 de julio de 1189. Juntos emprendieron la Tercera Cruzada; pero luego de una disputa en la Palestina, y después de su retorno, Felipe II acusó a Ricardo de haber intentado envenenarlo. Como éste último había apoyado en Sicilia, los reclamos de Tancredo de Leche, en contra del Emperador Enrique VI, este último resolvió vengarse. Ricardo, al retornar de la cruzada, había sido tomado cautivo por el Duque de Austria, quien lo entregó a Enrique VI, que lo hizo prisionero. Felipe II envió a Guillermo, Arzobispo de Reims, a donde este último monarca, para solicitar la cautividad de Ricardo en Alemania, o que le fuera entregado como su prisionero. Sin pérdida de tiempo, Felipe logró un acuerdo con Juan Sin Tierra, hermano de Ricardo. Normandía fue entregada mediante un tratado secreto, y Juan se reconoció como vasallo de Felipe. Pero, cuando en febrero del 1194, Ricardo fue liberado por Enrique VI, Juan Sin Tierra se reconcilió con él y se inició un conflicto interminable entre Ricardo y Felipe II. El 13 de Enero de 1199, Inocencio III les impuso una tregua de cinco años; poco después de ésta, Ricardo murió.
A continuación, Felipe defendió en contra de Juan, sucesor de Ricardo, las reclamaciones del joven Arturo de Bretaña, y luego las de Hugo de Lusignan, Conde de La Marche, cuya prometida había sido secuestrada por Juan. La guerra de Felipe y Juan, interrumpida por las treguas impuestas por los legados papales, se convirtió en guerras nacionales, y en 1206, Juan perdió sus posesiones en el centro de Francia. Felipe en algunas ocasiones estuvo insatisfecho con las intervenciones pontificias entre Francia y los Plantagenet; pero, el prestigio de Inocencio III le forzó a aceptarlas.
Prolongadas dificultades se dieron entre él y los Papas, debido a la tenacidad con que Inocencio III y su antecesor defendían la indisolubilidad de los matrimonios reales. En 1190 Felipe perdió a su esposa, Isabel de Hainault, con quien se había casado para heredar Artois, y en 1193 se desposó con Ingeburga, hermana de Canuto VI, Rey de Dinamarca. Como inmediatamente quiso repudiarla, una asamblea de Barones y Obispos complacientes pronunciaron el divorcio, pero Ingeburga apeló a Roma. A pesar de las amonestaciones de Celestino III, Felipe, tomando a Ingeburga como prisionera, se casó con Ana de Méran, hija de un noble bávaro; Inocencio III, elegido recientemente, le conminó para repudiar a Ana y volver donde Ingeburga; y cuando el Rey se rehusó, el delegado papal, Pedro de Capua, colocó al Rey en un interdicto (1198); la mayoría de los Obispos se rehusaron a publicar la sentencia. Los Obispos de París y Senlis, que la publicaron, fueron castigados mediante la confiscación de sus bienes. Después de nueve meses Felipe aparentó ceder, fingió una reconciliación con Ingeburga, primero ante el delegado papal, Octaviano, y luego en el Concilio de Soissons, Mayo de 1201, pero no se deshizo de Ana de Méran, quien murió en Agosto de 1201; Inocencio III consintió en legitimar los dos hijos tenidos con el Rey, pero Felipe insistía en que Roma debía declarar su divorcio de Ingeburga, a quien él había puesto en prisión en Etampes. Roma rehusó y Felipe destituyó al delegado papal en 1209; en 1212 renovó sus inoportunos intentos para divorciarse, esta vez con el delegado papal Roberto de Courçon. Posteriormente, en 1213, necesitando la ayuda del Papa y del Rey de Dinamarca, repentinamente repuso a Ingeburga en su posición de Reina.