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El lector que se entrega a la prosa de Andrés Hoyos recibirá su recompensa: la que da el placer de leer buena literatura, y que se traduce, unas veces, en una sacudón de risa; otras, en la anticipación que genera una sospecha, una intriga; otras, en la inefable sensación que produce algo que simplemente está bien escrito y que nos hace casi sentir que la literatura nos plagia. Ya en su segunda novela, Conviene a los felices permanecer en casa, Hoyos había consolidado un estilo elaborado y lleno de sentidos, que en Los viudos y otros cuentos, 1994, se abre como un abanico para explorar una diversidad de personajes, situaciones y espacios. Es éste un volumen donde el escritor hace, otra vez, un alarde virtuoso del dominio de las técnicas narrativas. Virtuosismo estructural y verbal que hace de cada cuento una sorpresa que nos vence por K.O., como quería Cortázar. Esta variedad en las narraciones no obedece meramente a una pirotecnia formal. Es, más bien, la confirmación de que el arte
Espero que sea de tu ayuda