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La vigilancia epidemiológica debe facilitar el control de las enfermedades, en el caso que nos ocupa, de las transmitidas por alimentos. En el estudio epidemiológico están involucrados no solo epidemiólogos, también es importante la labor de microbiólogos, responsables en salud pública, laboratorios y agentes de la cadena alimentaria. Algunos de los objetivos son identificar los casos a través de un sistema de información; dar respuesta necesaria a cada uno de los casos detectados; identificar las características de los brotes; compartir la información; y aportar soluciones a través de programas de intervención. Además, la vigilancia epidemiológica debe identificar los alimentos implicados en el brote o brotes, determinar la población expuesta al problema y recomendar medidas de prevención y control, a corto y largo plazo. Los estudios epidemiológicos permiten conocer cuáles son los principales brotes de intoxicación alimentaria que se registran, por ejemplo, en la Unión Europea, la incidencia de cada uno de los patógenos implicados y cuáles son los alimentos más afectados.
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Respuesta:Cómo protegerse de bacterias y virus alimentarios
Limpiar, separar, cocer y refrigerar son las cuatro acciones primordiales que se deben tener en cuenta para prevenir la mayoría de las infecciones alimentarias
PorNATÀLIA GIMFERRER MORATÓ lunes 22 febrero de 2010
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En la Unión Europea, como en el resto del mundo, se hace hincapié en aspectos claves de la alimentación, como un consumo responsable y la garantía de que los alimentos son seguros. Es fundamental que las autoridades sanitarias de cada país apliquen medidas para evitar que estos se contaminen y que los consumidores, en su hogar, adopten unas prácticas adecuadas de manipulación y de conservación. Los pasos básicos son limpiar, separar, cocer y refrigerar. Aprenderlo ayuda a evitar cualquier contaminación causada por virus y bacterias, los principales microorganismos que atacan a los alimentos y, en consecuencia, a la salud de las personas.
La relación entre ciertas prácticas incorrectas de manipulación y la aparición de toxiinfecciones alimentarias está más que demostrada. Para prevenirlas, es importante conocer cuáles son los posibles riesgos, qué los provocan y qué medidas son eficaces para acabar con ellos. Los microorganismos patógenos pueden contaminar cualquiera de los alimentos que se consumen. Para evitarlo, es necesario tener en cuenta cuatro normas básicas: limpiar, separar, cocer y refrigerar. Llevar a cabo estas cuatro acciones de forma correcta supone prevenir la mayoría de las infecciones alimentarias causadas tanto en el domicilio como en la restauración colectiva.
Limpiar. Antes de preparar los alimentos, deben limpiarse. Además, hay que lavar todos los utensilios que se vayan a utilizar, antes y después de cada uso. El objetivo es evitar la contaminación de los utensilios hacia el alimento.
Separar los alimentos crudos de los cocinados. Es de vital importancia para evitar el traslado de los patógenos residentes en los alimentos crudos a los listos para consumir. Se pueden utilizar recipientes distintos para guardar unos y otros y, antes de manipularlos, lavarse las manos.
Cocer. Es la regla principal y que asegura una mayor inocuidad. Llevar el interior del alimento a una temperatura segura, de unos 60ºC, garantiza la desaparición de la mayoría de los patógenos. Hay que vigilar los alimentos poco cocinados, ya que una incorrecta manipulación puede desencadenar una intoxicación.
Refrigerar. La mayoría de los patógenos dejan de multiplicarse en ambientes fríos, pero esto no quiere decir que desaparezcan, sino que se evita una multiplicación peligrosa.
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