Respuestas
Respuesta:
Un viejecito de barba larga y blanca, bigotes enrubiecidos por la
nicotina, manta roja, zapatos de taco alto, sombrero de pita y un
canasto al brazo, se acercaba, se alejaba y volvía tímidamente a la
puerta del cuartel. Quiso interrogar al centinela, pero el soldado le
cortó la palabra en la boca, con el grito:
-¡Cabo de guardia !
El suboficial apareció de un salto en la puerta, como si hubiera
estado en acecho. Interrogado con la vista y con un movimiento de la
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cabeza hacia arriba, el desconocido habló:
-¿Estará mi hijo?
El cabo soltó la risa. El centinela permaneció impasible, frío como
una estatua de sal .
-El regimiento tiene trescientos hijos; falta saber el nombre del
suyo repuso el suboficial.
-Manuel… Manuel Zapata, señor.
El cabo arrugó la frente y repitió, registrando su memoria:
-¿Manuel Zapata…? ¿Manuel Zapata…?
Y con tono seguro:
-No conozco ningún soldado de ese nombre.
El paisano se irguió orgulloso sobre las gruesas suelas de sus
zapatos, y sonriendo irónicamente:
-¡Pero si no es soldado! Mi hijo es oficial, oficial de línea…
El trompeta, que desde el cuerpo de guardia oía la conversación,
se acercó, codeó al cabo, diciéndole por lo bajo: -Es el nuevo, el recién
salido de la Escuela.
-¡Diablos! El que nos palabrea tanto…
El cabo envolvió al hombre en una mirada investigadora y, como
lo encontró pobre, no se atrevió a invitarlo al casino de oficiales. Lo
hizo pasar al cuerpo de guardia.
Explicación:
Que relacion:
la ansiedad de un humilde padre campesino por ver nuevamente a su hijo luego de muchos años de ausencia, quien se ha transformado nada menos que en un oficial de ejército. En pocas palabras el autor introduce al lector en el ambiente militar y en las circunstancias que rodean la trama, y la reacción molesta y avergonzada del ingrato hijo que se resiste a acudir al encuentro del padre y, cuando lo hace, es para reñirlo por la visita, dejándole allí, desconcertado y triste por la actitud desdeñosa de su hijo. Sin embargo, con amor de padre tiene aún valor para pedirle a sus compañeros de armas que le compartan, al menos, un pedacito del regalo que le llevaba.