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Respuesta:Montañas de televisores, frigoríficos, teléfonos móviles, monitores y aparatos similares desechados afectan cada vez más nuestro futuro. Es la llamada basura electrónica (e-waste). En 2017 se estima que el volumen de la misma será de 65,4 millones de toneladas, un peso equivalente a 200 rascacielos como el Empire State de Nueva York, calcula un estudio de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU). Reciclar esta chatarra es posible y necesario, explica a Verne José Pérez, consejero delegado de la plataforma Recyclia.
Parte de estos pequeños electrodomésticos contienen sustancias altamente tóxicas que pueden dañar al Medio Ambiente y a la salud, así que suponen un grave peligro cuando acaban en vertederos, mezclados con el resto de basura, en vez de reciclarse de forma controlada.
"Aunque algunos son inocuos, como una impresora o un ordenador, otros como los frigoríficos contienen espumas aislantes cuya composición química es muy dañina", apunta en conversación telefónica el representante de Recyclia. Se trata de una entidad sin ánimo de lucro que engloba varias fundaciones especializadas en un tipo de reciclaje concreto. Entre todas abarcan todo el espectro de residuos electrónicos, como por ejemplo Ecofimática (equipos de oficina), Tragamóvil (móviles) o Ecolum (lámparas).
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