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Gobernador De Pichincha
Publicado el 14/Agosto/1996 | 00:00
Quito. 14 ago 96. (Opinión) Una tradición que viene del
primer tercio de este siglo se ha quebrado al nombrar
gobernador para Pichincha. Desde 1929, el presidente Isidro
Ayora consideró que por ser la capital de la República y sede
del Gobierno, no hacía falta nombrar un gobernador. Las
funciones de dirección política y seguridad de la provincia
están a cargo del ministro del ramo.
El presidente Durán Ballén expidió el decreto restableciendo
la Gobernación, pero el pronunciamiento adverso de la
ciudadanía, llevó a que el entonces mandatario haya dejado su
decreto como letra muerta.
La explicación del nuevo régimen de que "responde al anhelo
del pueblo pichinchano", el nombramiento del gobernador, es
poco convincente sobre las razones de la creación.
Pensar en que haga falta que la dirección política, el orden y
la seguridad de Pichincha pasen al cuidado de un gobernador no
parece necesario, considerando que la vida política de Quito e
incluso las cuestiones de seguridad se dan en una perspectiva
nacional, bajo la mirada de las autoridades del gobierno
central.
Más probable es que se quiera crear una entidad pública para
la realización de obras y servicios, que dependan
exclusivamente del gobierno nacional.
En ese caso, hay el peligro de duplicar funciones o marginar a
las alcaldías de Quito, Rumiñahui, Cayambe, Mejía, en fin, de
los cantones de la provincia, que funcionan bastante bien.
Superponer esferas de autoridad no parece la medida más
apropiada para alcanzar la descentralización, fortalecer el
régimen seccional y reducir el gasto público.
Quito y Pichincha se merecen una explicación sobre un cambio
en su forma de administración, a fin de entender las razones
para una medida que, hasta ahora, luce sorpresiva y poco
fundamentada.
Publicado el 14/Agosto/1996 | 00:00
Quito. 14 ago 96. (Opinión) Una tradición que viene del
primer tercio de este siglo se ha quebrado al nombrar
gobernador para Pichincha. Desde 1929, el presidente Isidro
Ayora consideró que por ser la capital de la República y sede
del Gobierno, no hacía falta nombrar un gobernador. Las
funciones de dirección política y seguridad de la provincia
están a cargo del ministro del ramo.
El presidente Durán Ballén expidió el decreto restableciendo
la Gobernación, pero el pronunciamiento adverso de la
ciudadanía, llevó a que el entonces mandatario haya dejado su
decreto como letra muerta.
La explicación del nuevo régimen de que "responde al anhelo
del pueblo pichinchano", el nombramiento del gobernador, es
poco convincente sobre las razones de la creación.
Pensar en que haga falta que la dirección política, el orden y
la seguridad de Pichincha pasen al cuidado de un gobernador no
parece necesario, considerando que la vida política de Quito e
incluso las cuestiones de seguridad se dan en una perspectiva
nacional, bajo la mirada de las autoridades del gobierno
central.
Más probable es que se quiera crear una entidad pública para
la realización de obras y servicios, que dependan
exclusivamente del gobierno nacional.
En ese caso, hay el peligro de duplicar funciones o marginar a
las alcaldías de Quito, Rumiñahui, Cayambe, Mejía, en fin, de
los cantones de la provincia, que funcionan bastante bien.
Superponer esferas de autoridad no parece la medida más
apropiada para alcanzar la descentralización, fortalecer el
régimen seccional y reducir el gasto público.
Quito y Pichincha se merecen una explicación sobre un cambio
en su forma de administración, a fin de entender las razones
para una medida que, hasta ahora, luce sorpresiva y poco
fundamentada.
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