Respuestas
Respuesta:
En un momento en la historia donde concurren diversos tipos de crisis como la económica, la crisis ambiental, la crisis climática, la crisis política cabe preguntarse como sociedad qué tanto hemos sido eficaces y eficientes en implementar el concepto de desarrollo sostenible. Reconocer objetivamente si el carácter ideal y movilizador del desarrollo sostenible ha logrado que desarrollemos e implementemos alternativas que consideren las variables del desarrollo sostenible en condiciones equitativas o si hasta ahora ha primado la concepción economicista en desmedro de consideraciones ambientales y sociales.
En Río+20 los pueblos indígenas del mundo plantearon que se incorpore explícitamente la dimensión cultural como parte de los componentes del desarrollo sostenible y aunque no se logró este cometido dejó mucha reflexión en el camino y queda como una agenda pendiente. Esta propuesta no es gratuita porque mucho de los conflictos socioambientales que se verifican en la Región Andina finalmente tienen que ver con diferentes cosmovisiones, diferentes formas de entender y vivenciar lo que significa desarrollo y calidad de vida.
El concepto de economía verde aparece como un intento de saldar las cuentas en cuanto a la subestimación de consideraciones ambientales y sociales pero que en la práctica no logra resarcirlo en tanto se mantienen los mismos principios económicos y entendimiento de desarrollo y bienestar. Habría que preguntarse si en realidad se pretende que la economía verde sustituya al concepto de desarrollo sostenible o se pretende que en la calificación de economía verde sostenible se satisfaga discursivamente a los críticos mientras que el espíritu de crecimiento ilimitado se mantenga con nuevos ropajes y maquillajes. No se niega los grandes esfuerzos por encontrar nuevas alternativas de una economía más sensata, la pregunta es si será suficiente.
Llama la atención que en medio de todas estas discusiones el derroche todavía forme parte del modelo de crecimiento ilimitado. Solo por citar un caso podríamos señalar el tema del desperdicio de alimentos en el mundo llamado desarrollado. Estudios realizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura – (FAO; 2012a) señalan que aproximadamente un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que representa alrededor de 1 300 millones de toneladas al año. El estudio especifica que “ los alimentos se desperdician a lo largo de la cadena de suministro de alimentos, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final en el hogar. En los países de ingresos altos y medianos, los alimentos se desperdician en gran medida, lo que significa que se tiran incluso si todavía son adecuados para el consumo humano; no obstante, los alimentos también se pierden y desperdician al principio de la cadena de suministro de alimentos”. Esto es inconcebible en un momento en que 1000 millones de personas padecen hambre en el mundo, además un consumo de alimentos caracterizado por la dilapidación conducirá a una demanda insostenible de recursos naturales (FAO, 2012b).
Explicación: