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1. Olvidarse de la introducción: Empieza presentando el tema y avanzando brevemente el contenido.
2. Preparar material para doce presentaciones (y pretender contarlo): El miedo suele ser a quedarse sin nada que decir. En la práctica suele pasar más bien lo contrario.
3. Hablar demasiado deprisa: ¿Has intentado alguna vez llenar una botella de aceite con un embudo? ¿A que enseguida se sale? Pues lo mismo les pasa a las cabecitas de tu público.
4. Hablar hasta que te retiran la palabra: Nunca llegues a este extremo. Es una de las mayores desgracias de un orador.
5. No vocalizar: Respira profundamente y deja que el aire al salir te vaya marcando el ritmo de la pronunciación. Y no te comas trozos de las palabras: pronuncia cada sonido individual.
6. No mirar al público: Si tú no los miras, ¿cómo quieres que ellos te escuchen?
7. El baile de san Vito: Estate quieto. Planta bien los pies en el suelo y cuenta lo que tengas que contar.
8. Leer: Ni se te ocurra. ¿Para qué quieres la cabeza? Apréndetelo.
9. Contar cosas que no entiendes: Tú no te enteras ¿y pretendes que se enteren los demás?
10. Saltarse la conclusión: Siempre, siempre, siempre recapitula al final recogiendo las ideas más importantes.
2. Preparar material para doce presentaciones (y pretender contarlo): El miedo suele ser a quedarse sin nada que decir. En la práctica suele pasar más bien lo contrario.
3. Hablar demasiado deprisa: ¿Has intentado alguna vez llenar una botella de aceite con un embudo? ¿A que enseguida se sale? Pues lo mismo les pasa a las cabecitas de tu público.
4. Hablar hasta que te retiran la palabra: Nunca llegues a este extremo. Es una de las mayores desgracias de un orador.
5. No vocalizar: Respira profundamente y deja que el aire al salir te vaya marcando el ritmo de la pronunciación. Y no te comas trozos de las palabras: pronuncia cada sonido individual.
6. No mirar al público: Si tú no los miras, ¿cómo quieres que ellos te escuchen?
7. El baile de san Vito: Estate quieto. Planta bien los pies en el suelo y cuenta lo que tengas que contar.
8. Leer: Ni se te ocurra. ¿Para qué quieres la cabeza? Apréndetelo.
9. Contar cosas que no entiendes: Tú no te enteras ¿y pretendes que se enteren los demás?
10. Saltarse la conclusión: Siempre, siempre, siempre recapitula al final recogiendo las ideas más importantes.
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