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¿Que es La procastinacion
Para el despistado, la procrastinación es el acto de retrasar una tarea, del tipo que sea, por hacer algo más agradable o más irrelevante que la tarea en sí. Esto puede suponer acabar con otra tarea pendiente o, incluso, generar tareas nuevas que nos parecen menos desagradables. Que por cierto, esto incluye la propia revisión de las tareas y su reestructuración (¿Quién no se ha parado a revisar las tareas y al final no ha terminado ninguna?).
La procrastinación no es nueva, ni mucho menos. Se conoce desde que el ser humano es lo que es. El viejo dicho de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy” se atribuye (en una u otra versión) a la antigua Grecia. El propio Cicerón odiaba el acto de procrastinar. Hasta donde sabemos, la procrastinación es una acción común y que no depende directamente de la situación psicológica.
¿De que manera inluye?
La procrastinación, como decíamos antes, lleva con nosotros durante toda nuestra historia. Y además de ser una causa más o menos simpática con la que hacer chistes, hay quién tiene un verdadero problema. Efectivamente, los últimos estudios muestran que existen los procrastinadores patológicos. En este caso sí existe una dependencia psicológica y fisiológica. Es más, caer en un círculo de procrastinación grave es relativamente sencillo. Este está causado por una necesidad de bienestar que normalmente suple, momentáneamente, la dopamina liberada por el sistema límbico ante la procrastinación. Son casos en los que las emociones y la actitud no dejan a la persona enfrentarse a tareas que son costosas, aunque estas sean importantes o prometan una recompensa mayor. Es más, esta actitud, normalmente, genera un mayor nivel de estrés y frustración entre los procrastinadores, alimentando el círculo.
Las investigaciones también muestran un indice mayor de fracaso y malestar entre los procrastinadores habituales, sean estos patológicos o no.
Pero antes de demonizar y calificarnos como “procrastinadores oficiales” y echarle la culpa a una enfermedad, hay que saber que los investigadores también han detectado una correlación entre la actitud y la procrastinación. Las personas más impulsivas tienen tendencia a distraerse más fácilmente, una acción que promueve la procrastinación, aunque no tiene por qué ser así, necesariamente. Por otro lado, existen evidencias de la falta de disciplina y voluntad de sacrificio y el aumento de la procrastinación. Aunque claro, esto no sorprende a nadie. Pero es una herramienta que podemos trabajar para reducir la procrastinación. Y es que decirle a alguien acostumbrado a procrastinar que deje de hacerlo es como decirle a un depresivo patológico que “se anime”.
Conclusion
En conclusión, la procrastinación es mala, nos hace ser menos productivos, nos hace más infelices y nos frustra. Y para combatirla hay que hacerlo trabajando en vías indirectas, como es la autodisciplina y la motivación. Con ellas podremos estimular nuestro sistema límbico para que nos recompense aún cuando hacemos tareas que no nos apetecen.