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El autor de El fin de las pequeñas historias habla sobre el rol del intelectual hoy, el pensamiento de Walter Benjamin, el papel de la izquierda y los cambios en el feminismo y la decadencia del cine. “El cine dejó de ser”, dispara.
Hay que meter mano a los clásicos, a esas frases que no tienen por qué no ser desmontadas, que hay que reflexionarlas y no solo aceptarlas casi con resignación. De alguna manera siempre nos confiamos en ellas, las heredamos pero sin beneficio de inventario, y las repetimos una y otra vez, como si fueran dogmas. “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”, escribe Marx en su Tesis sobre Feuerbach (1845, número 11). “La historia se repite primero como tragedia y después como farsa” anota en el libro El 18 Brumario de Luis Bonaparte (1852). Y por qué no hablar de Nietzsche o Vattimo sobre que vivimos un mundo de interpretaciones y no de experiencias vivas.
Eduardo Grüner es un reconocido intelectual de izquierda, estudioso del marxismo desde hace décadas y asegura que la interpretación es ya una transformación, con lo que propone otra interpretación (valga la redundancia) de la frase de Marx; una edición de la realidad, en todo caso. “No dice la Tesis número 11 que se debe eliminar la interpretación. Finalmente sin teoría no hay práctica, el conocimiento del mundo depende de la transformación”, explica, y añade: “Marx y Freud hicieron teoría de su propia práctica. Se piensa a partir de ellos; mejor dicho, se debería pensar desde ellos, que son nuestros griegos en la modernidad. Tanto Marx como Freud aprendieron el castellano para poder leer Don Quijote de la Mancha. En ambos se elogia y se estudia la infancia de la humanidad”. O desea pensar la tragedia desde otro lugar. “No es sinónimo de muerte”, indica durante una extensa entrevista, sino de un conjunto de circunstancias que pueden dar lugar a la muerte. “El espíritu de la interpretación está conectado con la oposición entre lo dionisíaco y lo apolíneo, que Nietzsche identifica con el origen de la tragedia”.
El autor de numerosos ensayos que se auto- define como benjamiano, sartreano, se ataja cuando se recuerda su militancia: “soy un compañero de ruta del Frente de Izquierda. No pertenezco a ningún partido”, y casi con algún sarcasmo se queja de que la izquierda convoca a los intelectuales como tales, pero para que dejen de serlo; es una paradoja, dice: “es el lugar imposible de los intelectuales, porque si son críticos, tienen problemas con su partido”. Piensa en Sartre inmediatamente, y casi riéndose, comenta que aspira a su retorno: “falta poco”, augura.
Eduardo Grüner se rebela con el “presentismo permanente, perpetuo”, pero admite, como Boris Groys, que nunca una época, como la actual, se preocupó tanto por su presente.
Explicación:dicen que si
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explicación que es conocimiento científico si