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Son muchas las dudas que giran en torno al nuevo coronavirus. ¿Qué es? ¿Cómo se contagia? ¿Se puede prevenir? Estas son algunas de las preguntas más frecuentes junto con las que hacen referencia al tratamiento: ¿cómo se trata?
Actualmente no existe una vacuna contra el coronavirus humano y los casos más leves se tratan como un resfriado común. Entre las dudas que pueden surgir a la población sobre los posibles tratamientos está el uso de los antibióticos. ¿Son eficaces los antibióticos frente al coronavirus? La respuesta es no. ¿Por qué? Porque el coronavirus es un virus y ningún virus se trata con antibióticos.
Gran parte de la población, quizá por desconocimiento o por desinformación, meten en el mismo saco tanto las bacterias como los virus y tienden a mezclar estos términos indistintamente cuando no son iguales.
Y es que, además del tratamiento, existen otras muchas diferencias entre ellos. Para empezar, “un virus es un agente infeccioso intracelular, que puede ser o no un patógeno y que tiene la capacidad de infectar, de replicarse y de adaptarse, aunque no siempre causa enfermedades”, describe a CuídatePlus José Antonio López, profesor titular de Microbiología en el Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid y del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa
Los virus “necesitan de huéspedes vivos (humanos, animales o plantas) para poder multiplicarse y sobrevivir, ya que carecen de mecanismos propios”, señalan María Dolores Fernández, Bárbara Lara del Río, Yanira Pereira y Mari Carmen Magro, del Grupo de Enfermedades Infecciosas e Inmunología de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria.
Por su parte, las bacterias son organismos procariotas, es decir, que no tienen núcleo verdadero. “Muchas de ellas suelen localizarse en ciertas partes del cuerpo humano, llamándose flora saprofita, que comprende diferentes tipos de microorganismos según el lugar donde se encuentren”, tal y como explica María Tomas, del Servicio de Microbiología del Hospital La Coruña y vocal de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Las condiciones medioambientales, “como la dieta, las condiciones sanitarias, la polución del aire y los hábitos higiénicos, influyen en el desarrollo de las especies que constituyen la flora saprófita de un individuo”.
Es importante señalar que “las bacterias no siempre causan enfermedades y que muchas veces protegen al organismo contra otras infecciones causadas por otros microorganismos”, apunta Tomas. De hecho, “vivimos con más bacterias que células en el cuerpo”, según López. “Tenemos casi dos kilos de bacterias en nuestro cuerpo conviviendo pacíficamente”. El problema aparece cuando son patógenas.
La forma de infectar de las bacterias y los virus también es diferente. Las bacterias tienen la propiedad de crecer y reproducirse por sí mismas, “no necesitan infectar una célula, simplemente entran en el organismo, se dividen y producen toxinas o colonizan un tejido, causando la patología”, informa López. Pero, como recuerda el experto, “sólo en algunos casos llegan a ocasionar enfermedades”.
De hecho, según el experto de la Seimc, “en cierta medida se puede decir que el organismo precisa de las bacterias para funcionar correctamente”, a diferencia de los virus que “en ningún caso pueden ser considerados como beneficiosos para el organismo”.
Estos microorganismos, los virus, “son capaces de hacer copias de sí mismos (de replicarse) en las células vivas del huésped al que infectan para, de este modo, provocar una enfermedad”. Esta es su forma de infectar al organismo.
Otra diferencia entre ambos está en el tamaño. “Las bacterias tienen un diámetro de entre 0,6 y 1 micrómetro (µm), de manera que pueden verse con un microscopio óptico, mientras que los virus, de tamaño notablemente menor, sólo pueden detectarse por microscopia electrónica”, detalla Tomas.
En cuanto a su estructura, “mientras que las bacterias presentan pared celular, con una estructura interior constituida por citoplasma, ribosomas y genomas bacteriano, los virus muestran una estructura más simple, con un genoma cubierto por una envoltura proteínica, la cápside vírica”, detalla Tomas.
Síntomas similares
Con los conceptos más o menos claros de lo que es un virus y una bacteria, es hora de saber cómo diferenciarlas cuando producen enfermedades.
Aunque “los malestares son similares”, según Tomas, “hay diferencias muy marcadas que se deben tener en cuenta para el tratamiento”. Así, en el caso de las infecciones respiratorias bacterianas, estas se caracterizan por “secreción purulenta, verdosa o amarillenta a las 24 horas, fiebre elevada y malestar generalizado de mayor gravedad”, recuerda el experto de la Seimc.