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Las Meninas del pintor español Diego Velázquez fue realizada en 1653, una de sus obras más emblemáticas y, quizás, de la pintura española en general. Es una obra en apariencia bastante simple pero que dentro de ella esconde una gran complejidad no sólo por los diversos planos y la perspectiva de la misma, sino por la escena que allí mismo se cuenta.
En un primer plano tenemos a un perro y el enanito italiano Nicolás Pertusato intentando jugar con éste. En el centro está la infanta Margarita quién, junto a las meninas a su lado (María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco), pareciera haber irrumpido en la escena. Justo detrás del perro está la enana Maribárbola. Detrás de estos personajes se encuentran Marcela de Ulloa quién es la encargada de las meninas, dirigiéndose hacia un hombre a su lado quién posiblemente podría ser un guardadamas. De fondo, subiendo las escaleras tras una puerta abierta bastante iluminada, se encuentra quién dicen ser el aposentador de la reina José Nieto Velázquez (quizás familia del pintor). Del lado izquierdo del cuadro se encuentra autorretratado el mismo artista quién se encuentra con pinceles en mano aparentemente retratando a los reyes quiénes, además, se observan a través del espejo ubicado al fondo.
Una de las cosas más inquietantes de esta gran obra es la capacidad de interactuar con el público (nosotros). Aunque en apariencia casi todos los personajes miran de frente, posiblemente a los reyes siendo retratados por Velázquez, nos da un aire de ser nosotros a quiénes nos miras, de ser nosotros esos reyes parados frente a la escena.
Si bien la osada idea del artista de autorretratarse en una obra que pareciera, en primera instancia, haber sido encargada por los reyes (el rey Felipe IV y Mariana), nos ofrece todo un mundo de posibilidades; desde ser una escena casual en la que todos estos personajes han irrumpido la tarea del artista al retratar a los reyes, hasta toda esta perspectiva artística, plástica, con tonalidades oscuras, tenues, casi tenebrista quizás influenciada por Caravaggio, sin duda es una magnífica obra de la que se podría sacar muchas más interpretaciones.