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Formas de gobierno
La preocupación humana por el ejercicio del poder político tiene larga data. Aunque actualmente las formas de gobierno se clasifiquen de forma distinta, se siguen utilizando los términos acuñados entonces por su poder explicativo.
Ya en los tiempos de la Antigua Grecia los filósofos habían propuesto la clasificar las formas de gobierno. Entre ellos, Aristóteles estableció dos grandes categorías: formas puras e impuras de gobierno, y tres modos específicos de ejercer el poder:
Formas puras. Aquellas formas de gobierno que tienen en cuenta el interés de la comunidad gobernada. Pueden ser de tres tipos:
Monarquías. En las que gobierna un solo individuo, coronado como rey.
Aristocracias. En las que gobiernan unos pocos, quienes ejercen el poder político para el bien común.
Democracias. En las que gobiernan muchos y el criterio de las masas es tomado en cuenta.
Formas impuras. Aquellas formas de gobierno que no tienen en cuenta el bien común y sirven sólo a los intereses de quienes los ejercen. Pueden ser de tres tipos:
Tiranías. En las que gobierna un solo individuo mediante la fuerza o la intimidación, sin asomo de legalidad o reconocimiento.
Oligarquías. En las que gobierna una minoría privilegiada, que defiende sólo sus intereses y no los de la comunidad.
Demagogias. En las que gobiernan muchos, pero sólo pocos se benefician, pues dicen a las masas lo que quieren oír y las engañan.
Posteriormente, en el siglo XVIII el ensayista francés Montesquieu propuso tres formas posibles de gobierno:
República. En ella el poder político es detentado por la voz de la mayoría, mediante mecanismos de representación (parlamentos o asambleas legislativas), y es ejercida con el consentimiento de la comunidad. La mayoría de las naciones modernas son republicanas.
Monarquía. Una persona es elegida para gobernar absolutamente, dentro del marco de ciertas leyes sucesoriales y cierto ordenamiento de lo que el Rey tiene permitido y lo que no.
Despotismo. El poder es ejercido por una sola persona pero de manera tiránica, es decir, a la fuerza, sin respeto por ordenamiento jurídico alguno.