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sus intereses eran buscar nuevas tierras y riquezas ya que en ese tiempo los españoles estaban muy mal económicamente
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La polémica de la nacionalización de YPF-Repsol en Argentina ha puesto sobre el tapete el tema de las inversiones españolas en América Latina y de la imagen de España. En los últimos 20 años se ha notado un fenómeno inédito en los movimientos que saltaban al otro lado del Atlántico. España había sido juzgada anteriormente por las personas que se establecían en América Latina. El retrato era el de inmigrantes hambrientos de las regiones más desfavorecidas de España (gallegos), combinado con el de religiosos que cubrían las carencias de la beneficencia pública. Después de la Guerra Civil española se incorporaron los refugiados políticos, recibidos muy generosamente sobre todo México, Argentina y Chile.
La novedad reciente es que los nuevos visitantes no son funcionarios, conquistadores o refugiados, sino que han llegado en clase business en vuelos transcontinentales. En la aduana se les detectaron documentos de compraventa de negocios. Algunas parcelas de la economía terminaron prácticamente monopolizadas por las inversiones españolas en América Latina. La telefonía, la banca y las prospecciones petrolíferas son los sectores de mayor espectacularidad de la presencia española en América. Naturalmente, errores cometidos por una minoría y la agresividad en ejecuciones de los planes revirtieron en la producción de una etiqueta de perfil negativo. Los nuevos conquistadores habían regresado.
Las cifras demuestran el buen negocio de la apuesta por América Latina. La banca, las compañías de telefonía y energía reconocieron al principio de la presente década que recibieron entre el 35% y el 50% de sus beneficios precisamente en Latinoamérica. Esas compañías se convirtieron en verdaderamente multinacionales en el subcontinente latinoamericano.
Destaca recientemente el hecho insólito de una emigración inversa, la de latinoamericanos hacia España, que ha replicado en la pauta histórica. Los nuevos galeones del siglo XXI llegan a América con inversiones y regresan a España con inmigrantes, en busca de trabajo. A pesar de las fricciones, la consideración de la percepción que los latinoamericanos tienen de España es positiva, aunque todavía pesa el estereotipo y la idealización de la madre patria en las mentes de los descendientes de los emigrantes y en la élites políticas conservadoras, y en numerosos círculos intelectuales.
Los recientes sondeos de Eurobarómetro y el Instituto Elcano muestran que la imagen de España en América Latina es altamente positiva. Más del 70% de los ciudadanos de América Latina posee una buena opinión de España, contra solamente el 12% que tiene una actitud negativa. En términos comparativos, España es la nación que recibe la valoración más alta, superando a la Unión Europea, Estados Unidos y China. Casi un tercio de la población latinoamericana cree que España es el país que posee la mejor democracia en Europa, detalle insólito hace apenas unas pocas décadas. A pesar de las esporádicas confrontaciones verbales entre dirigentes latinoamericanos (Chávez, Kirchner, Castro), más de dos tercios de los latinoamericanos juzgan como buenas las relaciones de sus países con España.