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La vieja división del mundo en dos bloques de poder, el Este y el Oeste, ha desaparecido. Ahora el gran desafío y la gran amenaza es el abismo en riqueza y salud que media entre ricos y pobres. A menudo se categorizan como Norte y Sur, porque la división es geográfica, pero una expresión más precisa sería el Oeste y el Resto, porque la división también es histórica. He aquí el problema y el peligro más grave que se ciernen sobre el mundo del tercer milenio.
¿Cuán grande es el abismo que media entre ricos y pobres y qué está ocurriendo con él? A grandes rasgos y de manera sintética, puede decirse que la relación entre la renta per cápita de la nación industrial más rica, Suiza, pongamos por caso, y la del país no industrializado más pobre, Mozambique, es de 400 a 1. Hace doscientos cincuenta años, esta relación entre la nación más rica y la más pobre era quizás de 5 a 1, y la diferencia entre Europa y, por ejemplo, el este o el sur de Asia (China o India) giraba en torno a 1.5 o 2 a 1.
¿Sigue ahondándose hoy este abismo? En los extremos, la respuesta es claramente afirmativa. Algunos países no sólo no mejoran, sino que se están empobreciendo, en términos relativos y en ocasiones absolutos. Nuestra tarea (la de los países ricos), en interés nuestro tanto como en el suyo, es ayudar a los pobres a adquirir más salud y prosperidad. En caso contrario, tratarán de apoderarse de lo que no pueden producir y, si no pueden obtener ingresos exportando mercancías, exportarán personas. Dicho en pocas palabras, la riqueza constituye un imán irresistible y la pobreza es un contaminante que puede ser muy molesto: no puede aislarse, de modo que nuestra paz y prosperidad dependen a largo plazo del bienestar de los demás.
Me propongo abordar estos problemas desde el punto de vista histórico. ¿Cómo se hicieron tan ricos los países ricos? ¿Por qué son tan pobres los países pobres? ¿Por qué asumió Europa (el Oeste) el liderazgo a la hora de cambiar el mundo? El enfoque histórico no garantiza que pueda llegarse a una respuesta. Otros han reflexionado sobre estos temas y han dado con explicaciones dispares.
La mayoría de ellos pueden agruparse en dos escuelas. Unos ven en la riqueza y el dominio europeos el triunfo del bien sobre el mal. Los europeos, afirman, eran más inteligentes, mejor organizados, más trabajadores; los demás eran ignorantes, arrogantes, vagos, atrasados y supersticiosos. Otros invierten las categorías: los europeos, dicen, eran agresivos, crueles, codiciosos, sin escrúpulos e hipócritas; sus víctimas eran felices, inocentes, débiles… víctimas propicias y, por ello, completamente subyugados. Veremos que ambas visiones maniqueas contienen elementos de verdad, así como de fantasía ideológica. Las cosas son siempre más complejas de lo que nos gustaría. Una tercera escuela propugna que la dicotomía Oeste-Resto es lisa y llanamente falsa. Esta afirmación es manifiestamente incorrecta. Como muestran los antecedentes históricos, durante los últimos milenios Europa (el Oeste) ha sido el principal instigador del desarrollo y de la modernidad.
Queda por resolver el aspecto moral del problema. Algunos dirán que el eurocentrismo es malo para nosotros, y sin duda malo para el mundo, por lo que debe evitarse. Dichas personas deberían evitarlo. Por mi parte, prefiero la verdad a lo políticamente correcto. Me siento más seguro del suelo que piso.
Explicación:
espero k te sirva