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Con este cortometraje animado, ganador del Oscar, Disney popularizó mundialmente la fábula homónima del siglo XVIII, una historia cargada de moraleja y de alto poder pedagógico. Cuentan que cuando Walt Disney mandó la historia a la distribuidora de Nueva York no gustó la idea, porque sólo eran cuatro personajes los que participaban de la misma. Adaptando a cada cerdito unas cualidades propias, el resultado fue una película cargada de carácter y personalidad: los cerditos de las casas endebles eran más rechonchos y el cerdito de la casa de ladrillo tenía unas características más fuertes. El lobo realmente expresaba aquello para lo que se le tenía ideado: era feroz y terrible, despiadado y hambriento, pero también tenía la tenacidad necesaria para seguir intentando darle caza a los cochinitos por medio de disfraces y estratagemas.
La moraleja es sencilla y fácil de asimilar: el trabajo duro da sus frutos frente a los que no lo creen y quieren acabar rápido. Pero tiene otro trasfondo asimilable: la ayuda a los que se equivocaron en sus decisiones. El cerdito mayor representa todas esas cualidades inteligentes mientras que los dos más pequeños son ejemplo de la inocencia y de la prisa.
Mítico y envolvente cortometraje que siempre perdurará en nuestras memorias...