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Por Maximiliano Vega y Diana Mejillones – Antonio Berni regresa de Europa, ante la imposibilidad de continuar con su beca a raíz del golpe que derrocara a Irigoyen, y se instala en Rosario con su mujer (Paule) y su hija (Lily). Este regreso produce en Berni un golpe emocional muy fuerte, ya que venía de frecuentar el ambiente bohemio e intelectual de París y la realidad con la que se encuentra ofrece un fuerte contraste. Hay que tener presente que estamos en plena crisis del ´30. Durante su estadía en Europa se puso en contacto con distintos movimientos artísticos para, finalmente, regresar convertido en surrealista. Desde esa “tribuna”, en 1932, expone en Amigos del Arte, la considerada primera muestra surrealista de Latinoamérica. Si bien se había inclinado por un surrealismo de tipo “social”, como proponía Aragón, entendía que para esta época el surrealismo ya había encontrado un límite, al menos para lo que él se proponía pintar.
Del surrealismo al Nuevo Realismo
Es interesante señalar aquí la relación de Berni con el Partido Comunista, que ha dado lugar a controversia. Al respecto podemos identificar tres posiciones. Una de ellas es la de Fermín Febvre que sostiene que Berni se afiliaría en 1931, Rosa María Ravera contradice esta posición al sostener que jamás se afilió a ningún partido. Por último, según Adriana Puigróss, sería su padre quien lo afilió. De todas maneras y aunque el propio Berni haya dicho en algún momento que el no fue nunca un hombre de partido, es clara la relación que mantenía con el PC. Prueba de esto son sus obras, más que cualquier otra opinión.
Mientras tanto, el surrealismo va a romper con el PC en 1932 la relación orgánica que había comenzado en 1927. En ese mismo momento Berni abandonará el surrealismo y suscribirá las posiciones de Aragón. Berni va a seguir la política del PC, entendiendo que el realismo es la forma que mejor se ajusta al contenido que quiere para su pintura, búsqueda que se va a dar a conocer con el nombre de Nuevo Realismo. Aquí también observamos cierta controversia en torno a la fecha de surgimiento del Nuevo Realismo. Ravera señalará como fecha cierta del alumbramiento el año 1932, momento en que, según ella, Berni, Castagnino, Giambiagi y Policastro entre otros, fundan movimiento.1 Sin embargo, otros autores, como Diana Weshler, ubican el episodio en 1934.2 Posición que probablemente sea la correcta, teniendo en cuenta la importancia que tuvo, al respecto, el contacto con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, que se efectuó un año antes.
Aunque Berni se adjudicará la creación del Nuevo Realismo, remarcando su raíz local3, no sería más que el traslado al plano local de la discusión iniciada por el PC francés a nivel mundial con Aragón a la cabeza. En 1936, el artista francés publica su posición en “La Querella del Realismo”4, a raíz de los debates públicos internacionales organizados por la Maison de la Culture de París. Allí defendía la tendencia realista que, según su opinión, se pone de manifiesto cada vez que el equilibrio social está amenazado. Su propuesta era un nuevo realismo que expresaría las realidades sociales, al tiempo que intentaría modificarlas. ¿Por qué es importante detenerse sobre este punto? Porque va a estar en sintonía con el estilo que Berni desarrolle en sus arpilleras, con las cuales dio forma al muralismo móvil.
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