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Respuesta:
Cuando recalentamos un sancocho se vuelve más salado, porque la pérdida de agua por evaporación aumenta la concentración de sal común. Mas, hay otra explicación para el fenómeno, cuando el agua del hervido ha sido tomada del chorro. El cloro que la acompaña se combina con el sodio natural de las verduras, produciendo más sal. Ya sabemos que el cloro es un gas que ante el calor de la hornilla expandería aún más sus moléculas para salirse de la olla y esparcirse en el aire. Y sin embargo, ¿cuál es la razón de que restos de él continúen dentro del agua caliente? Ya lo veremos.
El cloro es muy soluble en el agua y al combinarse con sus elementos engendra ácido hiplocloroso y ácido muriático en proporciones demasiado reducidas para hacerse sentir. Sin embargo, son estos ácidos los que le dan al agua del Instituto Nacional de Obras Sanitarias, hoy Hidrocapital, su sabor característico, cuando el cloro desinfectante de la misma le ha sido echado en cantidades excesivas. El cloro fue descubierto en 1774, cuando la química naciente había demostrado que el aire, lejos de ser una sustancia homogénea, era una mezcla de diversos gases. En aquel año, y durante una reacción lograda por un alquimista avanzado, apareció una columna humeante con su típico color verde amarillento. No quedó ninguna duda de que se trataba de un nuevo y etéreo metaloide.
Hoy se le dominan todas sus propiedades, ubicado como está en la casilla 17 de la tabla de Mendelev, constituido por la unidad de tres átomos o isótopos con el mismo número de protones pero con diferente número de neutrones, denominados Cl 36, Cl 37 y Cl 38. Junto con el flúor, el yodo y el bromo, detenta el privilegio de combinarse con otros elementos para producir sales. La que empleamos en el comedor y cuyo abuso, según los médicos, puede causar ataques de hipertensión arterial, no es más que la unión de este gas con un metal llamada cloruro de sodio (Nacl).
Explicación:
Es homogénea
por que se disuelve.