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La imaginación de los extranjeros sobre China es en términos superlativos. El país más poblado con más de 1,300 millones de habitantes, el de más dinámico crecimiento, el mayor mercado emergente, la futura superpotencia, etcétera, etcétera.
Por esta razón, cuesta figurarse que ese país, la nación en desarrollo más grande del mundo, pueda tener problemas futuros de escasez de mano de obra y de otro tipo similar relacionados con la población y su efecto en la economía.
Sin embargo, la República Popular China, RPC, enfrenta formidables desafíos poblacionales y sociales que podrían tener un impacto en el crecimiento futuro a mediano y largo plazo.
Esos problemas están vinculados a la política de control de la natalidad vigente desde los años 70 que permite a las parejas en las ciudades tener solamente un hijo, o en el campo hasta dos, si el primer vástago es una niña.
Cuando fue concebida y comenzada a ejecutar en 1979, la “política de un solo hijo” apuntaba a controlar las tasas de natalidad y a evitar un crecimiento desmedido poblacional. En 1950, la población china era de 540 millones y pasó a 850 millones hacia 1970.
Sin embargo, esa práctica es vista como inadecuada en los tiempos modernos por nuevos factores que hace 40 años no podrían preverse, y por factores culturales.
La predilección tradicional, de siglos, de las familias chinas por los hijos varones – criar y educar a una niña es como hacer una inversión de largo plazo sin réditos, pues al casarse pasará a la familia del marido – se explica por las obligaciones sociales que tendrán de cuidar a los padres y abuelos, además de esposa e hijos. Es la tradición clásicamente confuciana que el comunismo no logró borrar.
Este factor cultural y la política estatal de un solo hijo, han llevado a una terrible realidad de aborto masivo de millones de fetos del sexo femenino cada año, de infanticidio selectivo o de abortos forzados, según estudios académicos.
La preferencia por un hijo varón y la directiva del descendiente único ha llevado además a un desbalance entre el número de mujeres y hombres. En China hay muchos más hombres que mujeres, y la perspectiva de millones de hombres sin poder hallar una esposa trae consigo un riesgo potencial a la estabilidad social que no le hace gracia al partido único en el poder.
Las familias cuentan con que el hijo mantenga a los progenitores al graduarse y empezar a trabajar. Por ello, cuando han ocurrido terremotos u otros cataclismos, cientos de miles de tragedias humanas estallan. Un buen ejemplo fue el terremoto en Sichuan en 2007, ocurrido durante el día, matando a miles de escolares cuyas escuelas colapsaron. ¿Qué esperanza tendrían entonces sus padres?
Otra gran consecuencia económica resulta del hecho de que la tasa de natalidad ha bajado significativamente. En el año 2001, era ya de 1.7 hijos por cada mujer. En 1960, la tasa era de 6 hijos por cada mujer, según trabajos académicos.
Esto implica un envejecimiento más rápido de la población y la perspectiva de cientos de millones de personas de la tercera edad que requerirán atención médica alrededor después de 2025, de acuerdo a algunos estudios. Una visión que llena de aprehensión a los planificadores.
Por todas las razones expuestas, es muy significativo que un think-tank muy cercano al gobierno de Pekín, la China Development Research Foundation (CDRF), haya recomendado la flexibilización de la norma de un hijo. El centro sugiere introducir el cambio desde ahora en algunas provincias, y desde 2015 en todo el país, permitiendo a las parejas tener dos hijos.
“China ha pagado un enorme tributo político y social debido a esta política de reparto de sexos desde el nacimiento, que conlleva conflictos sociales y que lleva a un desequilibrio a largo plazo”, afirmó la fundación en un comunicado oficial.
El censo de 2011 arrojó que el crecimiento poblacional desde el año 2000 había sido de 5.8%, de 1.27 mil millones a 1.34 mil millones de personas. Es una baja sensible de la tasa de 11.7% registrada para el año 2000. En la actualidad, el porcentaje poblacional en edades de 14 o menos ha bajado hasta un 16.6%, una caída de 6 puntos en comparación con el 22.9% del censo anterior.
No es éste un asunto banal, dado que los cambios en las políticas de natalidad tendrán efectos en el crecimiento poblacional, pero no solamente: con seguridad afectarán también las estrategias de mercado de quienes desean hacer negocios en China.