Respuestas
Respuesta:
En la indagación por la filosofía habitualmente se ha puesto el
acento en la sophia, en la sabiduría, dejando en la sombra la
phylia, el deseo.
La crisis de la modernidad pone de presente el
vacío del fundamento y en esa medida sugiere una vuelta de la
pregunta por el filosofar, un desplazamiento de su
posicionamiento como saber, hacia su vecindad con el deseo. El
Banquete de Platón nos permite abrir ese horizonte en dos
perspectivas que demarcan dos destinos significativamente
diferentes para la actividad en el concepto. En la voz de
Aristófanes el mito del andrógino nos pone delante del deseo
como carencia, nostalgia de una completud perdida, movimiento
condenado eternamente al fracaso, compulsión sintomática a la
repetición.
La magia de Diotima en cambio, al situar a Eros
como daimon -ser intermedio entre la finitud y la inmortalidad,
hijo del recurso y la pobreza, a medio camino entre el saber y la
ignorancia- logra tornar al deseo filósofo, dinámica incesante de
desplazamientos, creación y proceación en la belleza, batalla en
la palabra, proximidad con el transcurrir, figura inaugural del
pensar. Es a partir del seguimiento de los dos regímenes de
enunciación que encaman la relación filosofía y deseo como se
aventura una posibilidad para el filosofar hoy, actualizando,
eternizando la pregunta misma en su reiteración, en el pliegue
El deseo que es amor y por tanto filósofo es entonces el que está
volcado a la palabra, ya en Grecia múltiple, aquella que se disemina y
contamina en tanto circula entre amigos, colocándose traidora en los
intersticios de todo discurso acabado para abrirlo como los famosos
silenos con que Alcibfades compara a su maestro, pero que hoy más
que encerrar la imagen de la divinidad, para nosotros encerrarían la
magia de los posibles actos de invención, la belleza toda, las múltiples
voces del logos.. Ellos tomarán posición pero igualmente se sabrán
transeúntes hacia el silencio, lejanos de la pretensión de posesión de la
verdad y en ese juego se talla la posibilidad propia del filosofar. "Si
desear no es nada fácil es precisamente porque en lugar de carecer da 93.
El destino verdaderamente filosófico del concepto es darse como
frágil, por phylia , a la contienda con sus rivales donde la lucha no es
por ganar permanencia sino por salvar la competencia, porque no
muera el deseo de autoposición. Mientras la creación sea posible, en
tanto el deseo de inmortalidad sea vecino del saber transcurrir, habrá
filosofía, no a pesar de sus rivales -contando con los múltiples intentos
de desplazarla y transformarla- sino justamente en virtud de ellos,
acicates de la forma cada vez más virulenta y deseante de la pregunta