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Respuesta:
La lucha por la defensa, el control y la apropiación económica y social del suelo (entendido como la superficie terrestre y marítima delimitada por las fronteras de cada Estado) es una tarea básica de las autoridades de todos los países, y de su buen o mal desempeño dependen tanto la estabilidad sociopolítica de los Estados como su influencia en el concierto geopolítico regional y global.
Las grandes contiendas mundiales durante gran parte del siglo XX tuvieron como protagonistas a los Estados-Nación europeos. Los conflictos durante este siglo fueron en realidad el punto culminante de tensiones y conflictos provenientes del Siglo XIX (no se entiende, por ejemplo, la Primera Guerra Mundial sin la guerra Franco-Prusiana de 1870). La expansión territorial de las potencias europeas se libró en el propio continente así como en otros espacios geográficos en una etapa que historiadores como Eric Hobsbawm han denominado “el imperialismo”.
Por su parte las tensiones y conflictos del siglo XXI van a dar paso al yihadismo musulmán como un actor poderoso, con una notable capacidad bélica y de desestabilización global a través del uso del terrorismo como arma contra las potencias occidentales. Así mismo, el control y la influencia sobre la región de medio oriente serán neurálgicos para los intereses de Washington y su pretensión de conducir el orden geopolítico global y conservar su posición como Estado hegemónico.
La intervención de las potencias occidentales – y particularmente de Estados Unidos tras su invasión a Iraq en 2003 y su partida del país en 2011- ha intensificado el conflicto territorial entre sunitas y chiitas (las dos grandes ramas del Islam), pues el interés de Washington era asegurar el control sobre la región de oriente medio y norte de África.
La contención o la estabilización de los conflictos internos del Islam no parecía ser una prioridad para Occidente hasta la firma de los acuerdos de Lausana en 2015 entre Washington y el nuevo gobierno Iraní, lo cual hace parte de una nueva estrategia norteamericana por ganar aliados y contener el avance de Rusia en la región tras las transformaciones geopolíticas de la primavera árabe.
Explicación:
La contención o la estabilización de los conflictos internos del Islam no parecía ser una prioridad para Occidente.