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Debido a la importancia calendárica del xiuhmolpilli (atadura de años), cada 52 años, generalmente se piensa que el Fuego Nuevo se celebraba cuando coincidían el inicio de los dos calendarios aztecas, el tonalpohualli, de 260 días, y el xiuhpohualli, de 365 días. Sin embargo, según testimonian los códices Borgia, Vindobonensis, Laud y Nuttall, lo encendían cada año. Según otras fuentes, había ceremonias especiales cada 4, 8 y 52 años, y sólo en esta última se arrojaban al fuego las imágenes y otros objetos de culto, y se reconstruían los templos en señal de renovación.
Al "atar" cada año el Fuego Nuevo con el ascenso de las Pléyades, los mesoamericanos estuvieron en condición de utilizar esta ceremonia para medir el Año Sidéreo, lo cual, a su vez, les habría permitido calcular el Ciclo de Precesión de los Equinoccios (la rotación aparente de la eclíptica, con 26 mil años de duración). Los más recientes estudios para la reconstrucción del calendario mesoamericano o de Anahuak dadas por el INAH han ayudado a verificar los datos del historiador Fernando Alvarado Tezozomoc al dar en su crónica la fecha exacta del atado de los años y la celebración del Fuego Nuevo: día "1 Tecpatl" de los años "2 acatl", misma fecha del nacimiento de Huitzilopochtli correspondiente al 22 de febrero del actual calendario Gregoriano.
Rito
El ritual de Fuego Nuevo, el primero celebrado después de iniciada su peregrinación fue el de Coatépec, en la región nor-oriental del Valle de México, en el año 2 caña (1163). Allí nació, según un mito, el dios Huitzillopochtli (Colibrí del Sur), hijo de Coatlicue que era un hechicero que rendía culto a Tezcatlipoca, era su caudillo y su dios más venerado. Después de él tuvieron otros caudillos-sacerdotes hasta Ténoch, el último, quien auspició la fundación de Tenochtitlan y quién le dio su nombre; aunque también recibió el nombre de México, en honor de Huitzillopochtli o también conocido como Mexitlí. A raíz de encender el fuego nuevo de 1163, los mexicas se trasladaron a Tula, y posteriormente se desplazaron a Apazco, por donde celebraron el siguiente fuego nuevo en 1215.
Penetraron otra vez al Valle de México y se establecieron temporalmente en diversos sitios como Zumpango y Cuauhtitlan. Continuando su peregrinación llegaron a Ecatépec, bordearon el sur de la sierra de Guadalupe y arribaron a Tecpayocan, el actual cerro de Santa Isabel, cerca de los "Indios Verdes", en donde encendieron su tercer fuego nuevo en 1267. De allí, penetraron a tierras del señorío de Azcapotzalco, gobernado entonces por Acolnahuacatzin, quien les permitió avecindarse en sus dominios como tributarios, hasta que, cuando les gobernaba su primer rey Huitzilihuitl, entre 1273 y 1276, se establecieron en Chapultépec.
Según la mitología mexica, en este momento podría ocurrir el cataclismo que terminara con la era del Quinto Sol, donde el mundo sería destruido por terremotos. Si las Pléyades pasaban el cenit la noche del último día del ciclo de 52 años, el mundo no sería destruido y se encendía de nuevo el fuego sagrado. La cultura azteca se caracteriza por ser buenos en la administración, de hecho, basaban la división de su territorio en 38 provincias tributarias y su organización social era una estratificación piramidal.
Al final del último día de cada siglo cuando, el sol se estaba poniendo, se creía que desaparecería para siempre. En ese momento se apagaban todos los fuegos y la preocupada población se reunía al pie de la pirámide donde los sacerdotes observaban cuidadosamente los cielos se sacrificaba una víctima arrancando su corazón mientras encendía el Nuevo Fuego, a sí el sol renacía y se había salvado de nuevo el mundo de la destrucción; comenzaba un nuevo ciclo (ciclos de 52 años). La población desechaba los palos con los que encendían el fuego en el momento de la ceremonia y solo los sacerdotes prendía en Fuego Nuevo.
Al atardecer del día último del ciclo, todos los fuegos eran apagados, y sólo los sacerdotes en la cima del cerro eran los indicados para iniciar un fuego nuevo, mientras un sacrificio humano era realizado, se sacrificaba al mejor de los guerreros o a una persona importante para el pueblo y se quemaban o destruían los artículos de guerra y personales ya que el fuego nuevo para ellos era renovación. La ceremonia del Fuego Nuevo se conmemora aún, cada año, en diversas comunidades campesinas de la costa mexicana del Pacífico. Las ofrendas siguen siendo muy parecidas a las de la antigüedad, pero el día de la fiesta ya no se calcula por el movimiento del cielo, sino por los aniversarios de los santos católicos.
Explicación: