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Respuesta:En los últimos años, la industria del ocio electrónico ha tomado un camino cinematográfico, al menos en lo que se refiere a las producciones de alto presupuesto. La diferencia radica en que el videojuego ofrece una experiencia interactiva que permite al jugador manejar el destino del personaje, introducirse en su piel y guiarlo por el mundo. Sin embargo, esa es una de las distintas formas que puede adoptar, puesto que no siempre hay un personaje al que controlar o una historia que vivir.
Como en el cine, la música puede jugar un papel crucial. A medida que las técnicas narrativas han evolucionado —unas veces imitando al arte cinematográfico y otras empleando los mecanismos propios del medio—, también lo han hecho las composiciones musicales.
La propia idiosincrasia del medio, lo que lo hace especial, que no es otra cosa que la interactividad y la participación directa del usuario, afecta al modo en que se plantea la composición de la banda sonora. “En el cine, la música es pasiva, porque funciona sincronizada, empieza y acaba”, explica el compositor Óscar Araujo en entrevista con EL PAÍS. El músico, que ha participado en videojuegos como Jericho, Castlevania: Lords of Shadow y Spacelords, también ha firmado las partituras de varias películas, entre ellas, Carne de Neón, de Paco Cabezas. Tal y como señala, la música de videojuegos es activa: “Tienes que componer para que en un momento dado, quede bien en varias situaciones y sea específica para muchas zonas concretas. En otros casos, debes solucionar momentos como una persecución, un descubrimiento, etc”.
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