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Las nuevas tecnologías, que incluyen la robótica avanzada, la automatización industrial y la impresión 3D, están cambiando el panorama del sector manufacturero en el mundo.
La vía tradicional de los países en desarrollo para estimular su crecimiento, basada en la industria manufacturera, podría estar en riesgo ya que los criterios para convertirse en un lugar de producción atractivo están cambiando.
Si bien existen desafíos, los países en desarrollo siguen teniendo oportunidades, siempre y cuando los Gobiernos adopten políticas adecuadas en tres esferas: competitividad, capacidades y conectividad (las 3C).
A lo largo de la historia, los países de ingreso bajo han dependido del sector manufacturero como un motor central de desarrollo, ya que proporciona empleos para trabajadores poco calificados, ayuda a aumentar la productividad e impulsa el crecimiento económico. Sin embargo, en la actualidad pocos países obtienen buenos resultados en sus sectores manufactureros y cadenas mundiales de valor. En 2015, el 55 por ciento de los productos manufacturados del mundo se producía en países de ingreso alto. China, el mayor productor mundial, representaba otro 25 por ciento. ¿Dónde están los otros países?
En un nuevo informe de la Práctica Global sobre Comercio y Competitividad del Grupo Banco Mundial titulado Trouble in the Making? The Future of Manufacturing-Led Development (¿Dificultades en ciernes? El futuro del desarrollo impulsado por el sector manufacturero), se explica que los criterios para convertirse en un lugar atractivo para la producción están cambiando. Las empresas, que alguna vez tuvieron interés en instalarse en lugares con bajos costos laborales, están comenzando a preferir sitios donde pueden aprovechar mejor las nuevas tecnologías.
La adopción cada vez mayor de la automatización industrial, la robótica avanzada, las fábricas inteligentes, la Internet de las cosas y la impresión 3D están transformando el proceso de producción. “El uso de nuevas tecnologías para producir productos manufacturados tradicionales será perturbador para las economías en desarrollo, ya sea que utilicen o no esas nuevas tecnologías”, dijo Mary Hallward-Driemeier, asesora económica senior de la Práctica Global sobre Comercio y Competitividad del Grupo Banco Mundial y coautora del informe. “Si la mano de obra representa un porcentaje más bajo de los costos, es posible que se registre más producción en los países más ricos, más cerca de los consumidores. Menos empresas se trasladarán a lugares donde los costos sean más bajos y las compañías locales enfrentarán una fuerte competencia. Pero no todas las noticias son malas. También hay nuevas oportunidades, y esa parte de la historia requiere mayor atención”.