Respuestas
Respuesta:
1. Observar y escuchar a los niños
Detenernos a escuchar qué conceptos manejan respecto a los géneros y qué actitudes tienen cuando se relacionan con sus iguales, para saber a qué nos enfrentamos.
2. Destruir los prejuicios entre los niños
Cuando afirman algo categóricamente hay que responder con una pregunta: ¿por qué? Al tratar de razonar el prejuicio, éste acaba autodestruyéndose.
3. Pulir las ideas válidas que tengan los niños
Debemos ajustar sus afirmaciones y sus comportamientos. Además, debemos hacerles comprender que las generalizaciones inducen a error.
4. Implicar a los niños y niñas en las labores del hogar
Asignarles responsabilidades o actividades cotidianas que tradicionalmente han sido consideradas "cosas de mujeres" o "cosas de hombres".
5. Compartir la información (del colegio, el entorno laboral, de los medios…)
Poner en común la información que llega a nuestros hogares. Esto genera, primero, un hábito de conversación, un punto de encuentro diario para los integrantes de la familia. Además, contrastar las opiniones de todos invita a la escucha atenta y nutre la capacidad crítica. Nos ayuda a entender cómo son, qué ven, qué piensan y cómo se sienten.
6. Ser valientes y comprender nuestras propias limitaciones en cuanto a género
Hemos sido educados en una sociedad que, igual que hoy, pretendía asignar un rol a cada sexo. Tenemos que reaprender algunos hábitos machistas, y para eso tenemos que mirarnos con ojo crítico.
7. Limitar el acceso de los niños a estímulos nocivos
Diseñar un acceso sensato a los contenidos televisivos y tutorizarlo. Debemos procurar que el momento de la televisión lo compartan con nosotros, y tenemos que responder a cualquier pregunta que les surja respecto a aquello que están viendo, incluidas las “incómodas” preguntas sobre sexualidad o relaciones entre hombres y mujeres.
8. Jugar con los niños los juegos universales
Los juegos tradicionales que compartíamos niños y niñas, juegos que no necesitan herramientas, ni roles definidos. Pensamos, por ejemplo, en el pañuelo, la gallinita ciega, el rescate..., encuentros fundamentalmente divertidos que no entienden de géneros ni pasan de moda.
9. Dar ejemplo a los niños es esencial
Ellos nos observan como ávidos espectadores, repiten nuestras palabras e imitan nuestros comportamientos. Ven cómo nos relacionamos con ellos, con nuestra pareja, con nosotros mismos, con el entorno familiar y con la sociedad. Los patrones de comportamiento se heredan, y no es sencillo desligarse de esta influencia familiar. Evitemos roles, tópicos, lugares comunes respecto al género, y dejemos que vayan creando sus propias opiniones desde el respeto y la empatía por lo diferente.
10. Vigilar y no perder de vista que el camino del aprendizaje no se acaba
No nos acomodemos, ni caigamos en el "buenísimo" Para enseñar hábitos, debemos aprender a ser, como decía Aristóteles, nuestra mejor versión posible. Esa es la felicidad. Y para alcanzarla tenemos que desaprender, criticarnos, ver y comprender la realidad de nuestro entorno y cambiar lo que no funciona.