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La desigualdad creciente
La diferencia de ingresos ya no es un problema entre ricos y pobres, sino que afecta directamente a la clase media. De hecho, destruye clase media. Según el 2014 Pew Global Attitudes Survey, la desigualdad es percibida como un gran problema tanto en los países del África subsahariana como en Estados Unidos. La brecha de ingresos se agranda en Asia y América, persiste en Europa y amenaza el crecimiento en África. Aunque el crecimiento económico global mantiene un buen ritmo, la pobreza, la degradación medioambiental, el desempleo, la inestabilidad política y la violencia siguen siendo grandes desafíos. «Estos problemas están a menudo estrechamente relacionados con la desigualdad», asegura Amina Mohammed, asesora especial de Nacionales Unidas, vicepresidenta del consejo de la Agenda Global y autora del capítulo dedicado a esta tendencia.
2. La persistencia del desempleo
Según el autor del capítulo, Larry Summers, profesor de la Universidad de Harvard, «el término persistente crecimiento del desempleo hace referencia al fenómeno en virtud del cual las economías que están saliendo de las recesiones muestran crecimiento económico al mismo tiempo que un mero mantenimiento, en algunos casos incluso decrecimiento, de su nivel de empleo». Este fenómeno se deja sentir especialmente entre los trabajadores de 25 a 54 años, «la parte del hueso de la fuerza laboral», segmento en el que el paro se ha multiplicado por tres, en una tendencia que parece inexorable.El profesor Summers cree que aún estamos a tiempo de corregir esta tendencia, pero para ello es imprescindible que los gobiernos tomen cartas en el asunto, empezando por un cambio en la educación para potenciar aquellos aspectos del conocimiento que no pueden ser sustituidos por la automatización: «colaboración, creación y liderazgo».
3. Déficit de liderazgo
Un 86% de los encuestados para la Agenda Global considera que el mundo sufre una crisis de liderazgo. Shiza Shahid, cofundadora y embajadora global de Malala Fund y redactora del análisis de esta tendencia, cree que esta falta se debe a que la comunidad internacional ha fallado al abordar los principales asuntos de la agenda en los últimos años. «Mientras nuestros gobiernos han crecido, sus mecanismos han sido acosados por décadas de alineamiento fáctico, dinastía y profunda corrupción», señala. Como ejemplo, el 90% de las encuestados en China a través del estudio de Pew apuntan a la corrupción como un gran problema, 83% en India y 78% en Brasil, de acuerdo con otras investigaciones sociológicas.
La desigualdad se sitúa en el centro de la agencia internacional
¿Qué necesitarían, a su juicio, los líderes para recuperar la confianza de sus pueblos? La respuesta del panel es la suma de varias virtudes: una perspectiva global e interdisciplinar, planificación a largo plazo, sólidas habilidades de comunicación, priorizar la justicia social y el bienestar sobre el crecimiento financiero, coraje, moralidad y una naturaleza colaborativa. Una gran exigencia, sin duda, que no se aprecia en los actuales líderes, tanto en la política como en la empresa.
4. El crecimiento de la competición geoestratégica
El final de la Guerra Fría, la caída del telón de acero y la integración de Rusia y China en el sistema económico global no han sido suficientes para mejorar la seguridad del mundo. «Geopolítica y realpolitik están situándose de nuevo en el centro de la escena», asegura Espen Barth Eide, director general del World Economic Forum y autor de este capítulo. «En vez de temer la oposición de Estados fuertes, estamos preocupados por su debilidad, la ruptura de países y el alcance global de las redes terroristas», apunta.
Aunque esta tendencia se sitúa la cuarta en la encuesta global, es la segunda preocupación para europeos y asiáticos. Las tensiones entre la Unión Europea y Rusia por el conflicto de Ucrania, el rearme de China y sus roces con Japón por el control de espacio marítimo y el empeoramiento de la situación en Oriente Medio son ejemplos preocupantes que pueden tener consecuencias sobre el equilibrio mundial. «En el lado de la globalización potencial (y de hecho desglobalización), el avance de los nacionalismos y el creciente descrédito en el multiratelarismo, la lección más importante de 2014 es que no podemos permanecer impasibles», concluye Espen Barth.