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2 LA ILÍADA, RAPSODIA XVIII
FABRICACIÓN DE LAS ARMAS
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Mientras los teucros y los aqueos combatían con el ardor de abrasadora llama, Antíloco, mensajero de veloces pies, fue en busca de Aquileo. Hallóle junto a las naves, de altas popas, y ya el héroe presentía lo ocurrido; pues, gimiendo, a su magnánimo espíritu así le hablaba:
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¡Ay de mí! ¿Por que los aqueos, de larga cabellera, vuelven a ser derrotados y corren aturdidos por la llanura con dirección a las naves? Temo que los dioses me hayan causado la desgracia cruel para mi corazón, que me anunció mi madre diciendo que el más valiente de los mirmidones dejaría de ver la luz del sol, a manos de los teucros, antes de que yo falleciera. Sin duda ha muerto el esforzado hijo de Menetio. ¡Infeliz! Yo le mandé que tan pronto como apartase el fuego enemigo, regresara a los bajeles y no quisiera pelear valerosamente con Héctor.
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Mientras tales pensamiento, revolvía en su mente y en su corazón, llegó el hijo del ilustre Néstor; y derramando ardientes lágrimas, dióle la triste noticia:
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¡Ay de mí, hijo del aguerrido Peleo! Sabrás una infausta nueva, una cosa que no hubiera de haber ocurrido. Patroclo yace en el suelo, y teucros y aqueos combaten en torno del cadáver desnudo, pues Héctor, el de tremolante casco, tiene la armadura.
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Así dijo, y negra nube de pesar envolvió a Aquileo. El héroe cogió ceniza con ambas manos y derramándola sobre su cabeza, afeó el gracioso rostro y manchó la divina túnica; después se tendió en el polvo, ocupando un gran espacio, y con las manos se arrancaba los cabellos. Las esclavas que Aquileo y Patroclo cautivaran, salieron afligidas; y dando agudos gritos, rodearon a Aquileo; todas se golpeaban el pecho y sentían desfallecer sus miembros. Antíloco también se lamentaba, vertía lágrimas y tenía de las manos a Aquileo, cuyo gran corazón deshacíase en suspiros, por el temor de que se cortase la garganta con el hierro. Dio Aquileo un horrendo gemido; oyóle su veneranda madre, que se hallaba en el fondo del mar, junto al padre anciano, y prorrumpió en sollozos, y cuantas diosas nereidas había en aquellas profundidades, todas se congregaron a su alrededor. Allí estaban Glauce, Talía, Cimodoce, Nesea, Espio, Toe, Halia, la de los grandes ojos, Cimotoe, Actea Limnorea, Melita, Yera, Anfítoe, Agave, Doto, Proto, Ferusa, Dinámene, Dexámene, Anfínome, Calianira, Doris, Pánope, la célebre Galatea, Nemertes, Apseudes, Calianasa, Climene Yanira, Yanasa, Mera, Oritia, Amatía, la de hermosas trenzas, y las restantes nereidas que habitan en lo hondo del mar. La blanquecina gruta se llenó de ninfas, y todas se golpeaban el pecho. Y Tetis, dando principio a los lamentos, exclamó:
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Oíd, hermanas nereidas, para que sepáis cuantas penas sufre mi corazón. ¡Ay de mí, desgraciada! ¡Ay de mí, madre infeliz de un valiente! Parí un hijo ilustre, fuerte e insigne entre los héroes, que creció semejante a un árbol; le crié como a una planta en terreno fértil y lo mandé a Ilión en las corvas naves para que combatiera con los teucros, y ya no le recibiré otra vez, porque no volverá a mi casa, a la mansión de Peleo. Mientras vive y ve la luz del sol está angustiado, y no puedo, aunque a él me acerque, llevarle socorro. Iré a verle y me dirá qué pesar le aflige ahora que no interviene en las batallas.
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Dijo, y salió de la gruta; las nereidas la acompañaron llorosas, y las olas del mar se rompían en torno de ellas. Cuando llegaron a la fértil Troya, subieron todas a la playa donde las muchas naves de los mirmidones habían sido colocadas a ambos lados de la del veloz Aquileo. La veneranda madre se acercó al héroe, que suspiraba profundamente; y rompiendo el aire con agudos clamores abrazóle la cabeza, y en tono lastimero pronunció estas aladas palabras:
PERSONAJES:
Aquiles: se caracteriza por ser orgulloso, cruel y vengativo; tenía una fuerza y firmeza en combate asombrosa.
Hector: se caracteriza por su valentía, fuerza, coraje y coraje con un espíritu de sacrificio y compromiso total hacia sus semejantes.
Paris: se caracteriza por ser un muchacho que se enamora rápidamente, con exceso de ilusiones, y en la mayoría de las ocasiones se le clasifica de cobarde y egoista, pues no le importa sacrificar la vida de otros para obtener lo que él desea.
Agamenón: arrogante y egoísta, un gran guerrero y estratega, hace cualquier cosa por obtener la victoria.
Odiseo: excelente guerrero, resalta por su ingenio y astucia, ingenio la idea del caballo de troya.
Patroclo: fiel amigo de Aquiles
Menelao: impetuoso, colérico y orgulloso
Helena: mujer de extraordinaria belleza, personalidad romántica, se enamoró de otro y decidió abandonar a su esposo sin pensar en las consecuencias.