Respuestas
No tienen nervaduras, ni se sacuden en el viento ni caen en otoño. Y aunque son creadas en un laboratorio, son hojas que cumplen la misma función que las que la naturaleza hace crecer en los árboles: almacenar energía del sol.
Las hojas artificiales son capaces de hacer fotosíntesis -es decir, transformar la energía luminosa en energía química- y generar "combustible" a partir de los rayos del sol, el agua y el dióxido de carbono de la atmósfera.
Explicación: Lewis es el principal investigador del programa de Fotosíntesis Artificial, un emprendimiento de laboratorio con un costado político: el Departamento de Estado de Estados Unidos lo ha considerado prioritario y ha otorgado un subsidio de US$122 millones para que, en los próximos 5 años, el CalTech y otras instituciones académicas logren una respuesta energética a partir de las lecciones que da la naturaleza.