Separar entres parafos cada uno y colocando sangria donde coresponda
A) Cuando los famas salen de viaje ,sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguentes : un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras .el segundo se traslada a la comisaria y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres , asi como el inventario del contenido de las valijas . El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades . Terminadas estas diligencias , los viajeros se reùnen en la plaza mayor de la cuidad , se comunican sus observaciones ,y entran en el café ,a beber un aperitivo . Pero antes se toman las manos y danzan enronda . Esta danza recibe el nombre de alegria de las famas . cuando los cronopios van de viaje ,encuentran los hoteles llenos ,los trenes ya se han marchado, llueve a gritos , y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altisimos . Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos , y a la hora de dormir se dicen unos a otros : "la hermosa cuidad ,la hermosisima cuidad " . Y sueñan toda la noche que en la cuidad hay grandea fiestas y que ellos están invitados. Al otro dia se levantan contentísimos ,asi es como viajan los cronopios . Las esperanzas , sedentarias,se dejan viajar por las cosas y los hombres ,y son como las estatuas que hay que ir a ver por que ellas ni se molestan
B) los famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma ; luego de fijado el recuerdo con pelos y señales ,lo envuelven de pies a cabeza en una sabana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala con un cartelito que dice :"excursion a quilmes ", o :" frank sinatra ". Los cronopios ,en cambio esos seres desordenados y tibios dejan los recuerdos sueltos por la casa entre alegres gritos y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno lo acarician con suavidad y le dicen " no vayas a lastimarte " y tambien " cuidado con los escalones". Es por eso que las casas de los famas son ordenadas y silenciosas mientras en las de los cronopios hay gran bulla y puertas que golpean los vecinos se quejan siempre de los cronopios y los fams mueven la cabeza compresivamente y van a ver si las etiquetas estan todas en su sitio
Respuestas
Clemente XIV entra en el ejercicio de sus funciones papales. Los compromisos contraídos con las Cortes le afligen desde los primeros días de su pontificado. El Cardenal de Bernis ha reemplazado al Marqués d'Auletérre en el
cargo de Embajador de Luis XV cerca de la Santa Sede: recompensa otorgada por el Duque de Choiseul en la líltima época de su poder gubernamental y
de su influencia. Azpuru no consigue el birrete cardenalicio, su aspiración
constante, pero es elevado por el Gobierno de Carlos III al Arzobispado de
Valencia, si bien continúa desempeñando sus funciones de Embajador en
Roma, en cuyo cargo le sorprendió la muerte; Azara, el confidente de D. Manuel de Roda, sigue ejerciendo su agencia diplomática en el Vaticano, disfrutando de la absoluta confianza del Gobierno de Madrid. Tanucci mantiene con
el Gobierno de Carlos III la estrecha unión de la Corte del primero con la
de Ñápeles. . . ;
En los primeros días del gobierno de la Iglesia por el franciscano Ganganelli, lo mismo los Gobiernos de París, de Madrid, dé Lisboa y de Ñapóles, que
los Cardenales afectos al partido de las Coronas, no abandonan ni por un solo
momento el objeto que perseguían: la supresión de la Orden de San Ignacio.
Clemente XIVcreyó, indudablemente, que podía evadir el compromiso contraído y conjurar la tormenta que se cernía sobre su pontificado, emprendiendo y realizando una política en la que, apartándose de los jesuítas, mantenía
al Generalde la Orden y á los principales de la Compañía totalmente alejados
del Vaticano, y siendo objeto de los públicos desvíos y de los no ocultos enojos
del Pontífice.
De los acontecimientos de carácter político ocurridos en Versalles, de la
creencia de que la Emperatriz María Teresa había de hacer del mantenimiento
de la Compañía de Jesús una cuestión política, y hasta de la defensa do la
Orden hecha públicamente por la Corte de Prmsia, deducía el supremo Jefe
de la Iglesia una mayor facilidad favorable á sus miras de dilatar el término
de este importante y transcendental negocio.
Choiseul. despedido por exigencias de una nueva cortesana, la Du Barry,
amiga y amparadora de la Compañía de Jesús, es reemplazado por el Duque
d'Aiguillon, ó lo que es lo mismo, la política de la Pompadour, favorecedora
con el Parlamento de la influencia jansenista, es sustituida por la de la Du
Barry, que, con d'Aiguillon y el Duque de Eichelieu, son decididos partidarios del predominio de los jesuítas.
Q
El Cardenal de Bernis, entregado por entero á la política de Choigeul, no
por convicciones, sino por conveniencias, se presta á servir las nuevas tendencias de la Corte de Versalles, y en su gestión diplomática respecto áJla cuestión concreta de la extinción de los jesuítas,- á separarse en Roma de da política persistente que en este sentido realizaba sin vacilaciones la Embajada de
España. . ' . . . . ." . .
En esta nueva fase es en la que más puede apreciarse la persistente voluntad y el sostenido carácter de Carlos III, que aun á pesar de los cambios de
orientación acaecidos en la política francesa, insiste más cada día en que
Clemente XIV dé cumplimiento á la'promesa escrita, hecha para obtener el
Pontificado cuando sólo'era el CardenalFrancisco GranganellL'
; El mismo Pombal, alejados ,los jesuítas del reino lusitano, no pone én la
extinción de la Orden el empeño del Gobierno de Madrid. El Rey Fernando
de Ñapóles, aun á pesar de la decisiva influencia de Tanucci, vacila: ante los
propósitos de extinción. El Rey de Prusia cree tan imposible que el Pontífice
suprima los jesuítas, como que él disolviera los granaderos de su guardia. María -Teresa, imponiéndose al filosofismo de su hijo José II, desea que Kautnitz
defienda en Roma la permanencia de la Orden de San Ignacio. No obstante
está- realidad política, Carlos III no desmaya en su persistente labor, y armado de la promesa obrante en su poder, no deja ni un solo día de exigir á Clemente XIV su cumplimiento. ..-•• •
i, Si en nuestros-anteriores estudios hemos puesto de manifiesto que la política de Carlos III fue la decisiva influencia en todo lo que se relaciona con la
Compañía de Jesús, en éste, investigando hechos, presentando la correspondencia diplomática entre Madrid y Roma, y examinando la gestión como embajador de T>. José Mofiino, recompensado por ella con.el título de Conde de
-Floridablanca, demostraremos, rindiendo culto á la verdad histórica, que el
•Breve de extinción de la Compañía de Jesús es la exclusiva obra de la política
personal del Rey Carlos III. ' '
Luis XV, que se apartaba por momentos de la política del-Duque de Choi- .