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Respuesta:
Había entre los indios guaraníes, uno joven y valiente llamado Igtá, que se enamoró y quiso casarse con la más buena, hermosa y lista joven de la tribu, llamada Picazú.
Todos estaban de acuerdo, pero era costumbre pedir la opinión de la luna. Así que una noche hicieron la consulta y la luna los iluminó. "La luna aprueba este amor", dijo el Tuyá, el adivino de la tribu.
Superada esta prueba, Igtá tuvo que demostrar su amor por Picazú. Y por ella cruzó nadando el lago y trajo caza para todos. Con lo que todos le admiraron.
Tras tres lunas, se convocó la boda. Y también como era costumbre, Igtá y Picazú pidieron la aprobación de Tupá, el dios bueno. Pero... de repente comenzó a llover. Son lágrimas, dijo el adivino, Tupá no aprueba esta boda.
Explicación:
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