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El papel está por todas partes. Tiene un sinfín de aplicaciones que usamos (y a menudo abusamos) continuamente en nuestra vida diaria. Y todo ello sin ser verdaderamente conscientes del negativo impacto medioambiental que tiene. Empezando por la tala de árboles, pasando por su fabricación y hasta su consumo, que muchas veces llega a ser desmedido.
Según Greenpeace, el 40% de la madera talada para uso industrial se usa para fabricar papel. Cada año se pierden unos 15.000 millones de árboles y de continuar así, en 300 años habrán desaparecido por completo. A ello se suma la pérdida de hábitat para especies protegidas, desaparición de flora en vías de extinción o el daño que eso supone al equilibrio del ciclo hídrico.
Impacto medioambiental del papel
Pero además, la fabricación de papel representa una enorme fuente de contaminación y tiene un gran impacto medioambiental:
En la fabricación de papel se consumen grandes cantidades de agua y energía.
Se trata de una industria que hace un uso intensivo de los medios de transporte, lo que deja una elevada huella de carbono.
Es una de las mayores contaminantes del agua y del aire.
Es una de las que más gases efecto invernadero emite, alrededor de 3,3 kg de CO2 equivalente por cada kilo de papel.
En el blanqueo de la pasta se utiliza el cloro, que es muy nocivo para la salud de las personas y para el medio ambiente.
Asesoramiento medioambiental
Es una industria necesaria, porque todos usamos el papel. Por ello es importante que cuenten con un buen asesoramiento medioambiental para reducir su impacto y para proteger la salud de sus trabajadores. Por ejemplo usando materias primas fibrosas recicladas, una buena gestión de agua para reducir su consumo y mejorar la calidad de las aguas residuales, sin tantos contaminantes o implantar cambios en los procesos de producción, para que sean más eficientes energéticamente y menos contaminantes en cada una de las etapas.
El asesoramiento medioambiental en esta industria también es clave para una correcta gestión de residuos tanto peligrosos como no peligrosos. Tintas, sustancias químicas tóxicas, metales, partículas, aceites, grasas… son habituales en la industria papelera. Y sin una correcta gestión pueden generar un impacto muy negativo en el medio ambiente. Una buena gestión de residuos peligrosos debe contemplar su separación, su correcto almacenaje y su registro. Así, cuando se hagan entrega a la empresa encargada de la gestión de residuos se garantiza un tratamiento correcto.
Aunque la correcta gestión de residuos peligrosos es fundamental, no menos importante es la adecuada gestión de residuos no peligrosos, ya que estos son los que más se generan en la industria papelera. Madera, fibras residuales, lodos inorgánicos, de fibra o biológicos, plásticos… un buen asesoramiento medioambiental debe contemplar un plan para reducirlos, reutilizarlos y reciclarlos en la propia industria.
La industria papelera está haciendo grandes esfuerzos por incluir estas y otras medidas y reducir su impacto medioambiental. Pero también los consumidores tenemos que cumplir con nuestra responsabilidad. Entre el 30% y el 40% de los residuos sólidos urbanos generados en Europa son papel y cartón. Reducir el consumo y optimizar el uso y reciclaje del papel es responsabilidad de todos.
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