¿La plenitud del amor humano es el amor oblativo?
Si porque o No porque
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Respuestas
Respuesta:
El tema de la caridad como virtud es característico de la enseñanza de Juan.
La virtud implica una disposición habitual a obrar según el bien, es una gracia que viene de Dios y a la vez es una tarea que brota de un corazón generoso que responde a este movimiento interior de amor, buscando inclinar la balanza del actuar humano, de manera habitual según este modo.
Una virtud es un hábito bueno. Un hábito se consigue por la repetición de actos que han generado una segunda naturaleza, una vestimenta dentro de nosotros que nos capacita, en este caso, a amar de manera habitual. La virtud de la caridad es una capacidad connatural en nosotros mismos para amar de modo tal que no se puede ya vivir si no es de esa manera.
espero te sirva
Respuesta:
La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice: “Yo lo conozco” y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en aquél que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Ésta es la señal de que vivimos en Él. El que dice que permanece en Él, debe proceder como Él. Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron.
1 Juan 2, 3-7
El tema de la caridad como virtud es característico de la enseñanza de Juan.
La virtud implica una disposición habitual a obrar según el bien, es una gracia que viene de Dios y a la vez es una tarea que brota de un corazón generoso que responde a este movimiento interior de amor, buscando inclinar la balanza del actuar humano, de manera habitual según este modo.
Una virtud es un hábito bueno. Un hábito se consigue por la repetición de actos que han generado una segunda naturaleza, una vestimenta dentro de nosotros que nos capacita, en este caso, a amar de manera habitual. La virtud de la caridad es una capacidad connatural en nosotros mismos para amar de modo tal que no se puede ya vivir si no es de esa manera.
Por eso el Papa Benedicto XVI comienza su primera Carta Encíclica con las palabras del apóstol: DEUS CARITAS EST, Dios es amor. Y es justamente esta presencia de Dios amor la que nos invita a nosotros a vivir al estilo de Dios: en el amor. Este Dios amor es el que sale a nuestro encuentro cada día.
El amor es un elemento esencial en el cristianismo. Quien no ama no puede decir que conoce a Dios, dice Juan, porque Dios es amor. Quien dice que lo conoce y no ama al hermano, es un mentiroso y la verdad no está en él.
San Juan hace un tratado acerca de la premisa DIOS ES AMOR. Juan no es un teórico ni un filósofo abstracto, sino que es alguien que ha experimentado en sí mismo esta presencia de amor que le permite conocer a Dios y ser conocido por Él. Vivir en conocimiento hondo y profundo de los hermanos es lo que lo habilita para tener bases sólidas, que lo vinculan de una manera fresca con todo lo que rodea su vida. Entonces se habla de luz que vence las tinieblas. El que vive en el amor no vive en el egoísmo, está apartado del odio y desaparecen de su corazón las sombras. Vive en la luz. El amor de Dios viene a encarnarse en gestos concretos, en actitudes, en nuestra manera de pensar, en la orientación habitual de la vida.
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