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Respuesta:Las obras de arte medievales surgieron en un contexto en el que no existía el concepto de arte como fin en sí mismo ni el de la belleza como su objetivo, ni siquiera el concepto mismo de artista o de bellas artes (sino el de artes mecánicas, diferenciadas de las liberales). El objeto artístico medieval tenía, en el seno de la sociedad en que era producido, un carácter básicamente funcional. Para el medievalista francés Georges Duby, la obra de arte medieval cumplía fundamentalmente tres cometidos:
Ser una ofrenda a Dios, a los santos y o a los difuntos, con el fin de obtener su gracia, su indulgencia, etc. Es por ello que el hombre medieval (incluso aquellos, como San Francisco de Asís, que promovían la pobreza) no dudaba de la legitimidad de la riqueza de los adornos de las iglesias, monasterios u otros lugares de culto, puesto que esta riqueza era vista como una ofrenda necesaria a Dios, para la cual eran necesarios los mejores materiales y las mejores técnicas.
Ser intermediaria entre el mundo sobrenatural y el humano, haciendo visible en este las realidades divinas, según la máxima paulina per visibilia ad invisibilia (a través de lo visible hacia lo invisible). Se suele atribuir a las imágenes medievales una función pedagógica: explicar los dogmas de la fe cristiana y la historia sagrada a los iletrados (el catecismo de piedra), si bien no todos los expertos están de acuerdo sobre este punto.
Ser una afirmación de poder: por un lado, del poder de Dios y de la Iglesia (el poder religioso); por otro, del poder político (emperadores, reyes, y las mismas instituciones eclesiásticas). A finales de la Edad Media van surgiendo en otros agentes sociales los medios suficientes para encargar obras de arte (la burguesía).
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