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Tras una primavera lluviosa, el campo sigue verde y en la tierra germinan exultantes las cosechas. Una mirada por la zona permite deleitarse con el maíz y el trigo, pero no todas las fincas tienen el mismo aspecto. En algunas los granos desaparecen a marchas por forzadas de un día para otro por arte de encantamiento.
Los culpables son los cuervos que con su voraz apetito arrasan las cosechas para desgracia de sus propietarios que cada año se enfrentan a esta plaga con pocas más armas que la paciencia. Esto es lo que les pasa a los propietarios de algunas fincas de A Baíña, en Agolada, aunque la situación y el problema podría ser el de otros muchos vecinos de la zona.
Román Caramés tiene varias fincas en la zona y durante tres años estuvo plantando maíz pero «chegaban os corvos e comían todo o millo ata que non quedaba nada». Este año en sus tres fincas, que suman doce ferrados plantó trigo.
Todo iba bien hasta que germinaron los granos y las espigas se convirtieron en un codiciado botín para esas aves. Una de las parcelas, en las que las plantas tienen el color dorado propio de las espigas que llegan a su grado óptimo de maduración, la mayor parte de la finca está arrasada.
El propietario explica que «sobre todo chegan a tardiña empezan a noitiña saen un montón e é un espectáculo». Uno de estos días, apunta, «empecei a contalos e cheguei a 138, pero parei porque era imposible».
Lo mismo opina su madres que no está dispuesta a que año tras año los córvidos vivan a cuerpo de rey a costa del esfuerzo de la familia. Destaca el gasto que supone plantar y cultivar la tierra, mimar los cultivos para luego, dejar que los cuervos acaben con todo. Pero luchar contra esas aves no es tarea fácil. Cuenta que «están agochados e teñen o seu refuxio nunha zona arboada que hai cerca, saen de un en un , ou en bandadas e hai veces que o ceo negrea, de tantos que son». Allí están vigilantes espendo a que nadie los vea y en cuanto ven que la zona está despejada «nun visto e non visto saen é atacan, e van collendo o grao, é algo íncrible».