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Si bien a lo largo de la extensísima Edad Media se puede hablar de la noción de persona, difícilmente se puede mencionar la palabra ciudadano, ya que el Feudalismo se instauraba sobre nuevas bases que implicaban la desaparición de ese concepto y el advenimiento de un sistema social constituido por siervos, vasallos y señores.
En los Imperios y las monarquías absolutas que predominan bajo el sistema feudal la mayoría de las personas adquieren la condición de súbditos, palabra derivada del latín que significa sometido, esto es, se encontraban sometidos bajo la autoridad del emperador, el rey, los nobles y el clero.
Bajo el sistema feudal y conforme a la estructura del poder terrenal los siervos y los vasallos eran súbditos de la nobleza, que a su vez era súbdita del rey o emperador. Al mismo tiempo, con respecto al poder espiritual, los siervos, vasallos y nobles eran súbditos de los representantes de Dios en la tierra, esto es, del clero, que a su vez servían al Papa o máximo pontífice. Esa doble sumisión, por un lado a la nobleza y por otro lado al clero, llevó a ciertos litigios entre los Papas y los reyes o Emperadores, ya que no estaba claro si el Emperador se sometía al Papa o viceversa. A tal controversia se la denominó la polémica de las dos espadas o de los dos poderes.