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Lamentablemente, ésta no es la primera vez que un desastre natural ha cobrado la vida de animales de granja. En 1999, el huracán Floyd descargó 500 milímetros de lluvia en Carolina del Norte y causó la muerte de más de 2 millones de pavos, gallinas y otros animales explotados como alimento. Además, más de 35,000 vacas confinadas en granjas lecheras murieron congeladas en 2016 durante una tormenta de nieve en Texas. Y el año pasado, miles de gallinas y cerdos se ahogaron en las inundaciones tras el paso del huracán Matthew en Carolina del Norte.
Durante los desastres naturales, los dueños de las granjas suelen abandonar a los animales. A diferencia de los perros y gatos, que por ley deben ser incluidos en los planes de evacuación del gobierno de los Estados Unidos durante los desastres naturales, los animales de granja no tienen protección legal.
De hecho, muchos animales mueren en las jaulas donde han estado confinados toda su vida, sin poder escapar de las inundaciones, los incendios u otros desastres naturales o provocados.
Sin duda, los desastres naturales como el huracán Harvey son una verdadera tragedia. Sin embargo, para los animales atrapados en las granjas industriales, su vida entera es trágica. Los animales explotados como alimento pasan gran parte de su vida en condiciones insalubres y que les impiden expresar su naturaleza. Muchos están apiñados en jaulas tan pequeñas que casi no se pueden mover. La mayoría son mutilados sin analgésicos y todos son violentamente asesinados.
La mejor manera de ayudar a los animales de granja es retirar tu apoyo de la industria que abusa de ellos. Toma una decisión compasiva y adopta una alimentación vegana. Haz clic aquí para comenzar.