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1184, en Francia en una pequeña villa vive Bailán, quien es un herrero, quien no se encuentra bien porque su esposa se quitó la vida a consecuencia de la muerte de su hijo.
Un día llega a la villa un grupo de cruzados junto con el verdadero padre de Bailán, el barón Godofredo de Ibelín, que va a Jerusalén para defenderla de los musulmanes del sultán Salah ad-Din (Saladino).
Bailán se niega a ir con su padre hacia Jerusalén,
Luego descubre que el cuerpo de su esposa fue decapitado y que el padre del pueblo lleva consigo una cruz tomada del cuerpo de su esposa.
Bailán mata al padre y decide ir con su padre hacia Jerusalén.
El padre de Bailán resulta mortalmente herido y antes de fallecer lega a su hijo sus tierras y su título. Bailán se dedica a reconstruir y mejorar sus posesiones.
Poco después Bailán recibe la visita de la reina Sibila de Jerusalén. Ella lo invita a viajar a Jerusalén. Bailán se entrevista con el rey Balduino IV de Jerusalén, un hombre sabio y prudente que quiere mantener la paz.
Luego Bailán regresa a Ibelín para administrar su señorío, a los pocos días recibe otra vez la visita de la reina Sibila, con quien vive un romance.
El rey Balduino muere y se convoca a Bailán tomar matrimonio con la reina y de esta forma el se convierta en el nuevo protector del reino; Bailán se rehusa, povocando el enfado de Sibila.
Asciende al trono el hijo de la Reina Sibila, el niño Balduino V pero, al parece el pequeño tiene la misma enfermedad que su tío y evitando un destino similar, le otorga el mando a Guy de Lusignan, marido de Sibila y aspirante al trono.
Guy y Reinaldo provocan la guerra con Saladino, secuestrando a una de sus hermanas. Su misma imprudencia hace recorrer el desierto hasta que las tropas quedaron debilitadas debido al calor y falta de agua. Los sarracenos se aprovechan de sus condiciones y acaban con su ejército. Guy y Reinaldo son tomados prisioneros. Saladino le quita la vita a Reinaldo.
Bailán en Jerusalén se prepara para su defensa ante la llegada de Saladino y ante la falta de caballeros decide nombrar como tales a todos los defensores de su pueblo. Saladino admirado por la labor de Bailán concierta una entrevista con él. Establece que va a permitir el libre tránsito a los cristianos y no permitirá saqueos a cambio de su entrega.
Bailán accede y regresa a su hogar en Francia, junto con se marchó Sibila.
Tiempo después recibe la visita de un misterioso hombre, quien le dice acuden a Jerusalén para reconquistarla y por ese motivo buscan al defensor de Jerusalén.
Bailán responde que él solo es un herrero. El sujeto misterioso era Ricardo Corazón de León, el rey de Inglaterra.