Respuestas
Respuesta:
Génesis:
3:1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
3:2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
3:3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
3:4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
3:5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Explicación:
Tras el engaño de la serpiente a Eva, y la "desobediencia" de esta junto a Adan, pudieron apreciar con más claridad su propia carne, tanto literal como metafóricamente y a ellos y sus generaciones siguientes ("la humanidad entera") se les fue dado el libre albedrío, de esta forma, pudieron caminar entre las elecciones que ellos mismos hacían a su propia visión tras comprender lo que era "el bien y el mal".
La desobediencia del humano viene de esta capacidad que tiene de elegir sus propios caminos, atarse moral o espiritualmente o, en cambio, seguir fuera de los límites, los dogmas y crear su propia perspectiva, es decir, seguir sus elecciones, aún si estás van en contra de dios.
Respuesta:
Por causa de que el pecado vive en nosotros Romanos 7 dice
14 Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado.
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí.
22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios;
23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.