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Un joven rey, hijo de una princesa y un artista plebeyo y extranjero, es desheredado en un principio por su abuelo, el viejo rey, sospechado de haber asesinado a la joven pareja. Pero es reconocido más tarde como heredero al trono y llevado a palacio. La noche de víspera para su coronación, tuvo tres sueños: el primero muestra a un grupo de campesinos hambrientos de trabajo en los telares para tejer su manto, donde reciben poco o pago de alimentos a pesar de ser trabajado tan duro. El segundo sueño muestra a un grupo de esclavos negros en un barco, en el que uno de ellos, con las orejas y la nariz llena de cera, es enviado bajo el agua para encontrar una perla para el cetro del rey, y muere a causa de la presión después de encontrar la mejor perla. El tercer sueño es el más elaborado: en él encontramos un escenario infernal. Una multitud escarba en un lecho seco del río en una selva tropical, buscando rubíes para la corona del rey; la Muerte y la Avaricia se los disputan, hasta que la primera triunfa. Cuando el príncipe pregunta quién es el destinatario de los rubíes, alguien le muestra un espejo, en el que ve sobrecogido su propia alma.
A la mañana siguiente, cuando le llevaron la vestidura de oro, la corona y el cetro, recordó sus tres sueños y mandó a que le trajeran de vuelta la ropa de antes. Se la puso y se dirigió a la catedral soportando las burlas y risas de los nobles. El joven viendo que nadie lo comprendía se detuvo anta la imagen de Cristo y oró. Los rayos del sol tejieron en torno suyo una vestidura más hermosa que la que le dieron para darle placer. El joven rey con el hermoso traje volvió al palacio atravesando la multitud, dispuesto a ayudar y a hacer respetar a su gente.
Se interpreta que Wilde intenta en este, como en otros cuentos, unir el cristianismo y el esteticismo. El protagonista es descrito como alguien poseído por “una extraña pasión por la belleza que estaba destinada a tener una gran influencia en su vida”. Se encuentra en un estado continuo de éxtasis mientras disfruta en privado de las múltiples bellezas de las obras de arte de su palacio. No obstante, su alegría es efímera. Mientras su naturaleza se desarrolla, se da cuenta en los sueños sucesivos del dolor y el mal que acompaña la adquisición de tales magníficos objetos de arte. El resultado es que se convierte en cristiano, abraza la pobreza y acude a su coronación harapiento. De este modo, tras abandonar el mundo del arte privado del viejo rey satánico, que había asesinado en secreto a sus padres, el joven rey entra en una nueva esfera estética, pura e indescriptiblemente bella. El cristianismo en mostrado en este relato como la forma más alta de esteticismo.